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¿Ayuda la Eucaristía a no cometer pecados?

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La Eucaristía en las manos de un sacerdote

Philip Kosloski - publicado el 16/08/23

Santo Tomás de Aquino explica que recibir la Eucaristía puede fortalecer espiritualmente al hombre, siempre que se abra a la gracia de Dios

Hay muchos beneficios espirituales al recibir la Eucaristía diariamente. El alma se fortalece y resiste más fácilmente la tentación de los pecados futuros. Santo Tomás de Aquino explica este efecto del sacramento de la Eucaristía en su Summa Theologica formulando primero una objeción (Tomo III, pregunta 79, artículo 6):

«Muchos, que toman correctamente este sacramento, caen en el pecado. Esto no sucedería si este sacramento preservara de futuros pecados. Por tanto, el efecto de este sacramento no es preservar de los pecados futuros».

Este es un argumento muy racional, porque todo cristiano lo experimenta: recibir el cuerpo de Cristo no impide seguir siendo pecador. Sin embargo, Santo Tomás de Aquino explica por qué esta observación no debe empañar la realidad de la gracia de Dios que nos ha sido dada. 

[Este] sacramento preserva del pecado […] primero, porque une a Cristo por la gracia, fortalece la vida espiritual del hombre a modo de alimento espiritual y de remedio espiritual, según estas palabras del Salmo (104,15) : “El pan fortalece el corazón del hombre. Y San Agustín decía: “Acérquense sin miedo, es pan, no veneno”. Luego, como este sacramento es un signo de la pasión de Cristo, por la cual los demonios fueron vencidos, repele cualquier ataque de los demonios. De ahí estas palabras de San Juan Crisóstomo  : “Dejamos esta mesa como leones, respirando fuego, volviéndose formidables para el demonio” (Tomo III, pregunta 79, artículo 6).

La solución para protegerse de los pecados futuros depende, por tanto, de la apertura de la persona a la gracia de Dios.

1Abierto a la Gracia de Dios

El efecto de este sacramento se recibe en el hombre según su condición de hombre, como sucede con toda causa activa, cuyo efecto se recibe en una materia según el modo de esta materia. Ahora bien, el hombre, en su estado de viajero, está en tal condición que su libre albedrío puede inclinarse al bien o al mal. Además, aunque este sacramento, en cuanto depende de él, tiene la virtud de preservar del pecado, no priva al hombre de la posibilidad de pecar. 

El que recibe la Eucaristía en estado de pecado, con el corazón cerrado a la gracia, probablemente seguirá pecando y la Eucaristía no le será de mucha ayuda. Sin embargo, quien está abierto a recibir la gracia divina con todo su corazón, recibirá la ayuda de Dios en su momento de dificultad y lo protegerá de futuras tentaciones.

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