Este día dará lugar a una misa presidida por el papa Francisco en la basílica de San Pedro, confirmó el oficio de celebraciones litúrgicas, mientras que el pontífice había delegado en monseñor Rino Fisichella, proprefecto del dicasterio para la Evangelización, el cargo de presidir esta celebración en 2021 y 2022.
Fue por decreto de la Penitenciaría Apostólica fechado el 15 de junio y difundido el 5 de julio que se estableció la decisión de otorgar “graciosamente” estos “tesoros celestiales de la Iglesia”. Este documento está firmado por el cardenal Mauro Piacenza, penitenciario mayor, y por el regente de este tribunal, monseñor Krzysztof Nykiel.
Esta indulgencia plenaria se aplicará según las tres condiciones habituales, indica el decreto, a saber: “confesión sacramental, comunión eucarística y oración según las intenciones del Sumo Pontífice”. La indulgencia plenaria ofrece la remisión total de la pena debida por un pecado ya perdonado en la confesión.
Está dirigida a los abuelos, a los ancianos ya todos los fieles que participarán en la Misa del 23 de julio que presidirá el Papa Francisco en la Basílica de San Pedro, o en las diversas celebraciones que se realizarán en todo el mundo. Esta indulgencia también puede “aplicarse como sufragio para las almas del purgatorio”, dice el decreto, en los mismos términos que el año anterior.
También se concederá la indulgencia a los ancianos enfermos y a todos aquellos que no puedan salir de casa por causa grave, a condición de que se desprendan de todo pecado y con la intención de cumplir cuanto antes las tres condiciones habituales. Estas personas deben unirse espiritualmente a las celebraciones de este Día Mundial, que se transmitirá a través de varios medios.
La Iglesia católica concederá también la indulgencia plenaria a los fieles que dediquen tiempo suficiente a visitar, en presencia o a través de los medios de comunicación, a los hermanos y hermanas mayores necesitados o en dificultad -como los enfermos, los abandonados o incluso las personas con discapacidades
En enero de 2021, el Papa Francisco anunció la creación de este día mundial para honrar a los ancianos que a menudo son “olvidados” y que son “una riqueza”. Ahora se celebra en toda la Iglesia el cuarto domingo de julio, pero este año debería marcar la primera participación personal del Papa en esta celebración, que constituye la única liturgia pontificia programada para julio-agosto en el Vaticano.
En julio de 2021, el Papa había renunciado a presidirlo, debido a su convalecencia por la operación de colon que había sufrido tres semanas antes. En 2022 tampoco participó para preservarse de cara a su viaje a Canadá, que iniciaba al día siguiente.
“El Señor quiere que no dejemos solos a los ancianos, que no los releguemos al margen de la vida”, insiste el Papa Francisco en su mensaje para esta edición de 2023, publicado el 15 de junio. El tema de este año está tomado del Evangelio según San Lucas: “Su misericordia se extiende de edad en edad”.