Con una serie de actos que buscaron recordar uno de los más sangrientos atentados de la década del 70, y también poner de manifiesto a quien sería uno de los autores, se recordó en Buenos Aires el atentado contra el comedor de la Superintendencia de Seguridad Federal, perpetrado el 2 de julio de 1976. Fallecieron en él 23 personas, y más de cien sufrieron heridas.
Pero de la efeméride histórica de tiempos de dictadura y subversión, surge un recuerdo: de aquella explosión y masacre lo único que quedó indemne fue una imagen de la Virgen de Luján.
Así lo destaca el periodista Ceferino Reato en su obra «Masacre en el comedor», que investiga los pormenores del atentado perpetrado por la guerrilla Montoneros, incluso planificado según Reato por el entonces renombrado periodista Rodolfo Walsh.
«De la bola de fuego solo se salvó la imagen de la Virgen de Luján, patrona de la Policía Federal, entronizada muy cerca del techo, a unos tres metros del portón de ingreso. La Virgen de cerámica no se cayó, ni siquiera se movió; atravesó indemne aquel infierno», escribió Reato para el portal Infobae, citando parte de su investigación.
El cruento atentado, surge de la investigación La Verdad los Hará Libres, tomo II, encabezada por la Pontificia Universidad Católica Argentina, potenció un informe y análisis que llegó a las manos del Papa Pablo VI, que incluso hizo circular e hizo llegar a un cardenal argentino que entonces se desempeñaba en la Santa Sede, el cardenal Eduardo Francisco Pironio.
Esta misma investigación de la Universidad Católica Argentina, en base a archivos de la Conferencia Episcopal y también de la Santa Sede, recuerda en el tomo I que luego de ese atentado se produjo una reacción de las fuerzas estatales que llevó al asesinato de tres sacerdotes y dos seminaristas palotinos en la recordada como «Masacre de San Patricio», en la casa parroquial de San Patricio, en Buenos Aires.
Fue solo una de las redadas y asesinatos cometidos esos días posteriores a la «Masacre del Comedor». En ese ataque contra la Iglesia, reseña Reato en otra investigación, las fuerzas tenían como blanco a un seminarista en particular que tendría relación y vínculo con militantes montoneros. Todos los presentes fueron asesinados.
Por ello en torno a julio se recuerdan, con apenas dos días de diferencia, dos atentados fratricidas que dan cuenta de la violencia de aquellos años.
Francisco conocía a uno de los sacerdotes asesinados
El papa Francisco conocía incluso a uno de los sacerdotes asesinados aquella vez, el padre Alfie Kelly. Así lo evocaba en una carta del 2016:
«Conocí personalmente al padre Alfie Kelly. Un sacerdote que solo pensaba en Dios y, como sabes, he seguido su tragedia con sentido de fe, pues ésa es la clave de su vida y también de su muerte. Hacer memoria de estos testigos puede ser un estímulo para todos nosotros; nos presentan una vida entregada, olvidada de sí; que, como en el servidor del Evangelio, busca estar donde está su Señor, entre los últimos».
Así como la «Masacre en el Comedor» generó un rápido informe para el papa Pablo VI, la «Masacre de San Patricio» suscitó un urgente pedido de explicaciones de la Santa Sede a la Embajada Argentina ante ella.
Más allá de las respuestas institucionales de parte de los distintos voceros del Estado, que sin contexto a la luz de los hechos parecen desconcertantes, no se detuvieron las detenciones, intimidaciones e incluso ataques y asesinatos contra miembros de la Iglesia, muchos al día de hoy aún inexplicables.
Tampoco las gestiones – cada vez más delicadas- y los reclamos tanto de la propia Iglesia en la Argentina como de la Santa Sede, como se reseña en la investigación de la Universidad Católica Argentina, particularmente en el tomo II.