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Divorciado con 2 hijos: “Me mantengo en castidad gracias a los sacramentos”

MEXICO

Cortesía

Jesús V. Picón - publicado el 23/03/23

Separado de su esposa, ha podido vivir en castidad gracias a la misa, la comunión y el rezo del santo rosario. Ella buscó la nulidad de su matrimonio, pero él está seguro de que ella siempre será su esposa y siempre orará por ella, para que tal vez algún día regrese…

Rafael García Flores, nació en la Ciudad de México, tiene 48 años y es padre de dos hijos. Vive actualmente en Detroit (Michigan, Estados Unidos). Vive separado de su esposa. Es un sobreviviente del divorcio, pero ante Dios siempre tendrá una esposa. A pesar de todos sus sufrimientos y complicaciones, ha encontrado en la mirada de la Virgen de Guadalupe un refugio de castidad y de servicio a su prójimo. Esta es su historia.

Vivir como separado

Rafael tiene estudios de ingeniería y también estudió una maestría en Ingeniería electrónica en Nuevo México. Tiene dos hijos. Actualmente vive separado de su esposa. Un divorcio los separó del sacramento del matrimonio. Ella después se casó nuevamente, explica Rafael.

“Yo sigo como padre de familia y sigo orando por ella; y ahora me enfoco mucho en mis hijos. Realmente el cambio que hubo en mi vida, después de casi ocho años, fue el reencuentro con mi fe.”

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Rafael, con un grupo junto a la imagen de la Virgen.

“Como bien dicen, ‘de lo malo, siempre hay algo ahí escondido’, y yo lo he encontrado gracias a este evento de la vida.”

Heridas en el corazón

Rafael comparte que la separación, el divorcio de su esposa, fue doloroso para él y para sus hijos, que en ese entonces eran pequeños (de 2 y 4 años de edad). 

Pero para Rafael, esta separación ha contribuido a un cambio radical en lo que estaba haciendo antes y en sus prioridades.

“Realmente fue un sufrimiento, pero creo que fue una puerta que se abrió desde que yo dejé de vivir mi fe como algo sólo de domingo, algo que estaba ahí sólo por tradición y después del dolor del divorcio, se convirtió en una convicción muy fuerte.”

Dolor y conversión

Para Rafael, esa conversión cambió su relación con Jesús, con sus hijos y con sus papás.

“Ellos encontraron otras cosas a través de mi conversión, ellos tuvieron su conversión también”, declara.

Su papá falleció hace tres años, pero le dijo a Rafael en su lecho de muerte que realmente fue una bendición el que haya sucedido esta separación y divorcio a pesar del sufrimiento que pasó, porque de esto vino todo lo demás, todas las gracias y bendiciones.

“Con todas las personas creo que he cambiado, he encontrado lo que tengo que hacer. He puesto mis prioridades y entiendo que ahora es tratar de hacer lo mejor por los demás, no por nosotros. Realmente he encontrado mucha paz.”

El día en que su esposa se marchó

El día que sucedió la separación, el momento en que se fue su esposa, el abandono, fue un momento bastante inesperado. Esa semana fue un proceso decisivo en su vida, recuerda Rafael.

“Gracias a Dios nuestros padrinos de boda son amigos míos. Entonces ese mismo día los contacté y me ofrecieron su casa para estar en ese momento y al día siguiente fuimos a misa.”

Un regalo inesperado: El poder del santo rosario

Recuerda Rafael que al salir de misa llegó una persona que, sin preguntar, le dijo: “Ten esto“. Era un escapulario rosario, y desde ese día, lo conserva. Nunca supo quién fue esa persona y de dónde salió.

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El rosario hace que Rafael se encuentre muy pegado a la Virgen.

“Y ahí empezó toda mi conversión. Desde hace ocho años no he dejado de rezar el rosario.”

“Yo nunca había rezado el rosario con mis padres, pero desde ese día, empecé a rezarlo diario.”

“Mis papás se unieron y mi papá murió rezando el rosario.”

Relata Rafael que su papá murió de cáncer, pero pudo conversar con él mucho y platicar. Su padre comulgó todos los días y el último día de su vida fue el sacerdote a su casa y le dio la comunión. Rafael considera que este suceso es un milagro del Santo Rosario.

“El rosario es la espada, pero el rosario bien rezado, porque podemos repetirlo sin entender lo que estamos diciendo”.

“El rosario, el Ave María, realmente es una oración a Jesús.”

“La santa misa y comulgar es fundamental”

Rafael comulga cada semana y, normalmente, más de una vez va a misa entre semana. Los viernes va con sus hijos a misa en inglés. Los sábados va a la iglesia que está cerca, en la parroquia de la Sagrada Familia, a la misa en español, y los domingos participa en una misa en latín.

“Más o menos así se mueven mis fines de semana. La misa es la oración más grande, es la que nos tiene que cambiar. Es participar y cambiar para ser mejores”, asegura.

La castidad es posible para un divorciado

Rafael confiesa algo muy personal: “He vivido en castidad todo este tiempo que he estado separado y divorciado.”

“No me queda la menor duda -opina- de que la mayoría de los matrimonios católicos no viven un matrimonio de castidad y de entrega. Mi matrimonio no lo viví de una manera católica pero ahora me mantengo en castidad gracias a los sacramentos.

Errores

Rafael entendió que tuvo que haber cambiado mucho antes; y como todo pecador, reconoce que a veces se cae, pero tiene claro adónde tiene que ir a reconciliarse: “Les digo a mis hijos que somos imperfectos, pero la grandeza de ser imperfectos es reconocer y poder ir a buscar ayuda a Jesús, y esa ayuda es el perdón.”

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Rafael con sus dos hijos, ante la imagen de una Virgen de Guadalupe.

Respecto a sus hijos, explica que “a ellos les tocó sufrir desde temprano y yo les he dicho que en la vida seguro naces, mueres y vas a sufrir. Entonces, si ya sabemos eso y sabemos que el sufrimiento probablemente más grande, va a venir de las personas que más queremos, entonces qué hacemos con ese problema. Pues la solución es el perdón.

“Amor sin sufrimiento no es amor y el sufrimiento nos tiene que llevar al perdón. Y eso lo saben mis hijos sin que lo hayan leído en ningún libro.”

El perdón: “Estaría dispuesto a recibirla de nuevo”

Para Rafael, el perdón no es algo que digas “hoy perdono y se acaba”. El perdón se da a diario, porque el recuerdo siempre está.  Entonces, el perdón se da cada mañana. Es la elección de perdonar constantemente.

“Cuando me preguntan si aún amo a mi esposa… Yo creo que todos amamos a nuestra esposa, aunque ella se haya vuelto a casar. La amo, pero la manera en que la amo es diferente.”

“Y sí estaría dispuesto -añade- a recibirla de nuevo, claro que sí, habría un proceso de sanación adicional, pero no veo por qué no. Si ella está encontrando a Jesús, sí, pero si no, pues para qué voy a regresar al mismo pasado donde vivía alejado de Dios.”

¿Volverse a casar?

Él no había pensado volver a casarse. No lo había pensado así los primeros años, pero su esposa buscó una anulación y la Iglesia le dijo que no.

“Yo por mi lado no la estaba buscando, pero mi esposa la buscó y fue rechazada.”

Recuerda Rafael: “Con eso seguimos algunos años, pero cinco años después del rompimiento yo dije: ‘¿Señor, quieres que cargue esta cruz? Me tienes que decir qué quieres que haga’. Fue un Viernes Santo, había una cruz grande y había dos personas cargando la cruz, una del lado izquierdo y una del lado derecho. Yo estaba en las bancas del lado izquierdo y le dije al Señor: ‘Si quieres que cargue esta cruz, tienes que decirme’.”

Entonces ocurrió algo inesperado.

Del lado derecho se cansó una persona y otra se ofreció a ayudarle. De mi lado había otra persona y sentí el llamado de ayudarle. Recuerdo que le dije: ‘Si quieres que cargue esa cruz, ayúdame a cargarla, pero me tienes que llamar por nombre’. Y en ese momento la persona que estaba cargando la cruz del lado derecho me dijo: ‘Rafael, ven a cargar la cruz’.”

Fue una respuesta difícil, fuerte, pero clara. Desde entonces, estoy aquí, orando por ella, por mi esposa.

La Virgen es quien lo sostiene

“En cuanto a mi relación con la Virgen María de Guadalupe, ha sido algo extraordinario”, asegura.

Para Rafael García la vida no ha sido fácil, él lo expresa diciendo que pudo tirarse al alcohol, a las drogas o sufrir depresión, después de que su esposa lo abandonara, pero fue Dios quien lo cuidó de perderse.

Y gracias a su voluntad dijo sí, al amor de la Virgen de Guadalupe. Un sí a su santo rosario y eso le permitió lograr lo imposible: la castidad, el perdón y el amor por sus hijos y por su esposa a pesar de lo grande de la herida que tiene en su corazón.

Pero él no deja de orar, de rezar, de servir y seguir la voz de Dios dentro de su corazón. Tal vez algún día despierte con alguien tocando a su puerta y tal vez sea su esposa. Si no sucede así, quedará para siempre su testimonio, porque fue más grande su amor que su resentimiento.

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