Poco se ha hablado, tras la polémica del Benidorm Fest de la canción “Culpa” de Javier Mena. La artista chilena ofreció una canción que, te puede gustar más o menos (a mí nada), pero cuyo estribillo parece paradigmático del pensamiento de hoy:
”Y que la vida nos libere
De la maldita culpa
Lejos del bien y lejos del mal”
Es de primero de autoayuda: El arte de conocerte a ti mismo, libera tu culpa, hazte libre… Porque si algo sucede será siempre culpa del entorno, de la situación, de la cultura predominante, de lo pre-establecido o de la madre. ¡Ay! ¡Esas pobres madres culpables de todos los males psicológicos de sus hijos! Es la gran liberación que nos venden ahora… Fuera la culpa. Ni bien, ni mal.
![KARAMAZOV](https://es-staging.aleteia.org/wp-content/uploads/sites/7/2021/11/shutterstock_94562803.jpg?w=720)
La culpa en “Los hermanos Karamazov”
Me recuerda, por la comparación y el antagonismo al pasaje de “Los hermanos Karamazov” en el que el starterts Zosima muestra cómo alcanzó la Verdad y las palabras de su hermano Marcel a su madre poco antes de morir: “Madrecita, gotita de sangre mía, en verdad, cada persona ante todos, por todos y por todo es culpable, sólo que la gente no lo sabe; si lo supiera ¡en seguida tendríamos el paraíso!”.
Su argumentación impacta por su aparente locura: “Pájaros de Dios, alegres pájaros: perdonadme, pues también contra vosotros he pecado” y termina con un alegato en favor de la culpa que es la antítesis de la vida que hoy en día se propugna: “Quiero ser culpable ante ellos… No sé cómo explicártelo… Si he pecado contra todos, todos me perdonarán, y esto será el paraíso. ¿Acaso no estoy ya en él?”
Al final del relato sobre su vida el starets Zósima vuelve a esa idea, uno de los grandes leitmotiv de esta novela: “No hay más que un medio de salvación: toma sobre ti todos los pecados de los hombres y hazte responsable de ellos. (…) Pero si cargas tu propia pereza y tu impotencia sobre los demás, acabarás haciendo tuyo el orgullo satánico y empezarás a murmurar contra Dios”.
![dostoyevsky](https://es-staging.aleteia.org/wp-content/uploads/sites/7/2018/09/shutterstock_1561677706.jpg?w=300&h=169&crop=1)
Miremos nuestra sociedad «sin culpa»
¿Acaso la sociedad de hoy no está haciendo un poco eso? ¿No estamos cargando nuestra impotencia y nuestras cargas sobre los demás? Son muchos los graves pecados de la humanidad y en todos ellos nunca nadie asume las culpas, son siempre los otros los culpables.
Grandes lacras: feminicidios, corrupción, bullying, acoso a la salud mental o abusos de menores. Nadie, en su sano juicio, asumiría ni la más mínima culpa de alguna de estas cuestiones. Siempre serán los otros quienes lo realicen (machistas, corruptos, haters o abusadores). Siempre serán los otros los que hacen el mal, por ideología, por egoísmo o por quién sabe qué razones…
Quizá ha llegado el momento de empezar a asumir culpas si queremos realmente salvarnos y salvar la sociedad. Los Hermanos Karamazov pretende ser una novela total y poliédrica con la intención de acercarse a la verdad y nos enseña que todos de una u otra manera son culpables. Por acto, por culpabilidad moral, de manera indirecta, por permisividad, inacción u omisión. Se unen en los hermanos y en el crimen todas las dimensiones.
Si lo que queremos es acercarnos a la Verdad debemos por comenzar a asumir que todos somos culpables. El principal culpable de un asesinato, de un abuso sexual, de un robo, corrupción o malversación tendrá que pagar ante la justicia humana y divina. ¡Claro está! Pero hay niveles de culpabilidad.
Quizá todos tengamos parte de culpa, aunque haya sido pequeña: Por no haber parado un micromachismo, por habernos reído ante una burla (que pensábamos sin importancia), por permitir y dar por bueno un pago en negro, por haber mirado para otro lado o no creernos que algo deleznable pasaba a nuestro alrededor. Sólo siendo conscientes de nuestra culpabilidad y de que todo está relacionado, como en un océano, se podrá intentar comenzar a juzgar a nuestros semejantes.
“Pues habéis de saber, amados hermanos, que cada uno de nosotros, en particular, es culpable, indudablemente, por todos los hombres y por cada persona de la tierra” nos recuerda el starets Zosima.
Pero si en vez de eso lo que pretendemos es adormecer nuestra alma e intentar seguir viviendo presa del orgullo, de la deshonestidad y del pecado podemos seguir pensando que no hay culpa o mejor echársela a otros: Creemos comisiones de investigación parlamentarias, pensemos que el problema en nuestro entorno es minoritario o culpemos a la historia y a las anteriores generaciones. El problema seguirá ahí, pero, al menos, podremos aparentar que seguimos viviendo como si tal cosa.