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Del mal del mundo: ¿También soy yo culpable?

ABUSE

Shutterstock | Doidam 10

Alvaro Real - publicado el 03/02/22

Abusos sexuales, feminicidios, asesinatos, guerras, acosos y bullying… ¿Debo asumir alguna culpa ante estas acciones abominables?

Poco se ha hablado, tras la polémica del Benidorm Fest de la canción “Culpa” de Javier Mena. La artista chilena ofreció una canción que, te puede gustar más o menos (a mí nada), pero cuyo estribillo parece paradigmático del pensamiento de hoy:

”Y que la vida nos libere

De la maldita culpa

Lejos del bien y lejos del mal”

Es de primero de autoayuda: El arte de conocerte a ti mismo, libera tu culpa, hazte libre… Porque si algo sucede será siempre culpa del entorno, de la situación, de la cultura predominante, de lo pre-establecido o de la madre. ¡Ay! ¡Esas pobres madres culpables de todos los males psicológicos de sus hijos! Es la gran liberación que nos venden ahora… Fuera la culpa. Ni bien, ni mal.

KARAMAZOV

La culpa en “Los hermanos Karamazov”

Me recuerda, por la comparación y el antagonismo al pasaje de “Los hermanos Karamazov” en el que el starterts Zosima muestra cómo alcanzó la Verdad y las palabras de su hermano Marcel a su madre poco antes de morir: “Madrecita, gotita de sangre mía, en verdad, cada persona ante todos, por todos y por todo es culpable, sólo que la gente no lo sabe; si lo supiera ¡en seguida tendríamos el paraíso!”.

Su argumentación impacta por su aparente locura: “Pájaros de Dios, alegres pájaros: perdonadme, pues también contra vosotros he pecado” y termina con un alegato en favor de la culpa que es la antítesis de la vida que hoy en día se propugna: “Quiero ser culpable ante ellos… No sé cómo explicártelo… Si he pecado contra todos, todos me perdonarán, y esto será el paraíso. ¿Acaso no estoy ya en él?”

Al final del relato sobre su vida el starets Zósima vuelve a esa idea, uno de los grandes leitmotiv de esta novela: “No hay más que un medio de salvación: toma sobre ti todos los pecados de los hombres y hazte responsable de ellos. (…) Pero si cargas tu propia pereza y tu impotencia sobre los demás, acabarás haciendo tuyo el orgullo satánico y empezarás a murmurar contra Dios”.

Miremos nuestra sociedad «sin culpa»

¿Acaso la sociedad de hoy no está haciendo un poco eso? ¿No estamos cargando nuestra impotencia y nuestras cargas sobre los demás? Son muchos los graves pecados de la humanidad y en todos ellos nunca nadie asume las culpas, son siempre los otros los culpables. 

Grandes lacras: feminicidios, corrupción, bullying, acoso a la salud mental o abusos de menores. Nadie, en su sano juicio, asumiría ni la más mínima culpa de alguna de estas cuestiones. Siempre serán los otros quienes lo realicen (machistas, corruptos, haters o abusadores). Siempre serán los otros los que hacen el mal, por ideología, por egoísmo o por quién sabe qué razones…

Quizá ha llegado el momento de empezar a asumir culpas si queremos realmente salvarnos y salvar la sociedad. Los Hermanos Karamazov pretende ser una novela total y poliédrica con la intención de acercarse a la verdad y nos enseña que todos de una u otra manera son culpables. Por acto, por culpabilidad moral, de manera indirecta, por permisividad, inacción u omisión. Se unen en los hermanos y en el crimen todas las dimensiones.

Si lo que queremos es acercarnos a la Verdad debemos por comenzar a asumir que todos somos culpables. El principal culpable de un asesinato, de un abuso sexual, de un robo, corrupción o malversación tendrá que pagar ante la justicia humana y divina. ¡Claro está! Pero hay niveles de culpabilidad.

Quizá todos tengamos parte de culpa, aunque haya sido pequeña: Por no haber parado un micromachismo, por habernos reído ante una burla (que pensábamos sin importancia), por permitir y dar por bueno un pago en negro, por haber mirado para otro lado o no creernos que algo deleznable pasaba a nuestro alrededor. Sólo siendo conscientes de nuestra culpabilidad y de que todo está relacionado, como en un océano, se podrá intentar comenzar a juzgar a nuestros semejantes.

“Pues habéis de saber, amados hermanos, que cada uno de nosotros, en particular, es culpable, indudablemente, por todos los hombres y por cada persona de la tierra” nos recuerda el starets Zosima.

Pero si en vez de eso lo que pretendemos es adormecer nuestra alma e intentar seguir viviendo presa del orgullo, de la deshonestidad y del pecado podemos seguir pensando que no hay culpa o mejor echársela a otros: Creemos comisiones de investigación parlamentarias, pensemos que el problema en nuestro entorno es minoritario o culpemos a la historia y a las anteriores generaciones. El problema seguirá ahí, pero, al menos, podremos aparentar que seguimos viviendo como si tal cosa. 

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