Confiar en el anuncio de los ángeles y creer en el Niño Jesús y adorarle acaba con la oscuridad y la desesperanza
Hoy me detengo a contemplar a los pastores. Forman parte de mi pesebre. Siempre están con sus ovejas, o trayendo alimentos a Jesús.
Algunos llevan todo tipo de regalos. Se detienen felices ante el portal. Descubren los signos que los ángeles les anunciaron. Un niño envuelto en pañales. Llegan los pastores y encuentran a un niño y unos padres con él:
«Cerca de Belén había unos pastores que pasaban la noche en el campo cuidando sus ovejas. De pronto se les apareció un ángel del Señor, la gloria del Señor brilló alrededor de ellos y tuvieron mucho miedo. Pero el ángel les dijo: – No tengáis miedo, porque os traigo una buena noticia que será motivo de gran alegría para todos: – Hoy os ha nacido en el pueblo de David un salvador, que es el Mesías, el Señor. Como señal, encontraréis al niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre».
¿Qué tiene de especial un bebé recién nacido? ¿En qué me puede cambiar la vida si está indefenso? No puede salvarse a sí mismo, ¿a mí me va a salvar?
Los pastores tienen miedo. Están acostumbrados a la noche, a permanecer en vela. La vida es dura para ellos. Tienen miedo a perder lo poco que tienen.
Llevan vidas rudas y no son tan inofensivos e inocentes como las figuritas que coloco en el pesebre. Esos pastores no siempre tenían buenas intenciones. No todo lo hacían bien.
Pero hoy me detengo ante estos hombres audaces, valientes, que velan en la noche cuidando sus rebaños. Los peligros acechan y ellos están atentos y despiertos para defender a sus ovejas e incluso dar la vida por ellas.
Me gusta esa imagen del pastor que cuida a sus ovejas y está despierto y atento en la noche. Vence el miedo y el frío. En torno a una hoguera deja pasar las horas.
Testigos presenciales que creen
Y de repente esa noche todo se ilumina con la presencia de unos ángeles. Tienen que alegrarse porque ha nacido el Señor. Ni ellos mismos esperan que cambie su suerte.
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