Pese a que muchos de nosotros intentamos ayudar a aquellos que son menos afortunados que nosotros, algunas personas son realmente inspiradoras. Ginger Sprouse, de Texas, es una de ellas.
Esta mujer abrió las puertas de su hogar y de su negocio a Victor Hubbard, un hombre indigente con el que se cruzaba todos los días al ir a trabajar. Después de tres años viéndolo en el mismo lugar, tuvo el valor suficiente de guiarse por su corazón y acercarse a esta persona.
Un día de junio de 2016, Sprouse iba de camino al trabajo cuando decidió pararse y hablar con Hubbard. Quería saber por qué este hombre de 32 años estaba siempre en el mismo sitio mientras conversaba con los transeúntes.
De forma desgarradora, Hubbard le explicó que había permanecido en el mismo sitio con la esperanza de que su madre, que lo había dejado allí y le había dicho que volvería a por él (tres años atrás), volvería algún día para recogerlo.
Este joven, que sufre una enfermedad mental, según informa Today, había estado viviendo en la calle de forma periódica desde hacía 10 años y no había visto a su madre desde que lo abandonó en aquella esquina tan transitada de Houston.
Al escuchar su historia, el interés de Sprouse en Hubbard creció hasta convertirse en algo especial. En una entrevista para NBC News, Sprouse lo describió como alguien “amable, cariñoso y atento”.
“No me pidió nada, no quería nada. Estaba simplemente emocionado por haberme querido parar y hablar con él”, añadió.
Pasaron los meses y entablaron amistad. Sprouse quería hacer algo más. “No me parece bien que él siga aquí esperando y no podamos hacer nada”, explicaba ella.
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