Los católicos suelen utilizar las palabras catedral e iglesia para denotar varios lugares de culto cristiano, y, muy a menudo, se usa de manera indistinta, pues para quien no está familiarizado con estos términos, cree que es igual llamar de uno u otro modo al recinto en el que se hace oración y se celebra la Eucaristía.
Por eso, para aclarar estos términos y terminar con la confusión, distinguiremos cuales son las particularidades que los hace distintos.
¿Cuál es la diferencia entre una iglesia y una catedral?
El nombre “catedral” se da a las iglesias que son el “centro” de cada diócesis, donde el obispo normalmente preside liturgias importantes. La catedral recibe su nombre de la presencia de la silla del obispo, tradicionalmente llamada cátedra (palabra latina para “silla”). El obispo se sienta en esta silla cuando celebra la misa u otros eventos litúrgicos en la catedral. Otra palabra latina, sede (“trono”), es de donde obtenemos el término “sede” para el territorio bajo la autoridad de un obispo (una diócesis o arquidiócesis).
En cada diócesis suele haber solo una catedral y, a menudo, la catedral local es también la iglesia más antigua que se conserva en la zona. Este no es siempre el caso, pero en la mayoría de las situaciones el edificio de iglesia más grande y antiguo de un área se designa como catedral.
La palabra «iglesia» se usa más comúnmente para referirse a cualquier edificio físico donde los cristianos se reúnen para el culto público. Por eso una catedral es también una iglesia, pero no todas las iglesias son catedrales.
De manera más amplia, el término también puede usarse para designar una «comunidad» de creyentes, como se explica en el Catecismo de la Iglesia Católica .
En el uso cristiano, la palabra «iglesia» designa la asamblea litúrgica, pero también la comunidad local o toda la comunidad universal de los creyentes. Estos tres significados son inseparables. «La Iglesia» es el Pueblo que Dios reúne en todo el mundo. Ella existe en las comunidades locales y se realiza como asamblea litúrgica, sobre todo eucarística. Ella toma su vida de la palabra y del Cuerpo de Cristo y así ella misma se convierte en Cuerpo de Cristo. (CEC 752)
Ambas palabras tienen ricos significados, pero se usan de manera diferente según las circunstancias.