“Los grandes evangelizadores son aquellos que rezan por los demás”, dijo el papa Francisco en la audiencia general del 26 de abril de 2023, celebrada en la Plaza de San Pedro ante varios miles de fieles.
Continuando con su serie de catequesis sobre “los testigos del celo apostólico”, el obispo de Roma destacó dos figuras de la vida contemplativa: la francesa Teresa de Lisieux y el armenio Grégoire de Narek, a quien había proclamado Doctor de la Iglesia en 2015.
Visiblemente cansado y sin aliento, el pontífice argentino de 86 años interrumpió parte de su catequesis, pero aun así se puso de pie para bendecir a la multitud.
La fuerza de los contemplativos
Durante este breve discurso, el Papa destacó el compromiso de monjas y monjes, “hermanas y hermanos que renuncian a sí mismos y al mundo para imitar a Jesús en el camino de la pobreza, la castidad, la obediencia y para interceder en nombre de todos“.
El Papa reconoció que la vida contemplativa a menudo es malinterpretada por algunos cristianos. Y que podemos preguntarnos:
¿Cómo pueden las personas que viven en los monasterios contribuir al anuncio del Evangelio? ¿No harían mejor en poner su energía al servicio de la misión?
Sin embargo, “los monjes son el corazón palpitante del anuncio: su oración es el oxígeno de todos los miembros del Cuerpo de Cristo, es la fuerza invisible que sostiene la misión”, explicó.
“Mi vocación es el amor”, escribió la monja normanda en sus escritos. En ellos precisó que “sólo el amor mueve a los miembros de la Iglesia a la acción“.
Así, “cuando los contemplativos oran en silencio por toda la Iglesia, se expresa amor”, explicó Francisco.
Sobre el monje Gregorio de Narek, que vivió alrededor del año 1000, el Papa destacó:
“Dejó un libro de oraciones en el que se expresa la fe del pueblo armenio, el primero que abrazó el cristianismo, un pueblo que, permaneciendo fiel a la cruz de Cristo, ha sufrido tanto a lo largo de la historia”.
Este Doctor de la Iglesia dedicó su vida a escudriñar “las profundidades del alma humana”, haciéndose “solidario con el destino de todos los hombres” en la oración de intercesión, siguiendo a Cristo.
“Voluntariamente asumí todas las faltas, desde las del primer padre hasta las del último de sus descendientes, y me hice responsable de ellas”, escribió en su Libro de las Lamentaciones.
El Papa recordó que “la verdadera fuerza” que permite que la Iglesia avance es el “pueblo de Dios”, que necesita la oración de intercesión.
Es por eso que los cristianos a menudo piden a las personas consagradas que oren por ellos, explicó el Papa. Y añadió:
“La intercesión y el trabajo diario son un puente hacia todas las personas y todos los pecados”.