El ELA no le detiene. Ocurrió hace siete años. El 13 de noviembre de 2015. Juan Ramón recibía la mala noticia: padece ELA. Le dan tres años de vida y le recomiendan hacer un testamento vital. “
“Fue un palo muy duro”, recuerda, pero “me fui a trabajar dos horas después”. Desde el primer momento tenía claro que él iba a seguir con su vida de la mejor manera posible: “Tenía claro que iba a seguir trabajando”.
Gana las elecciones
Con la enfermedad, su vocación de servicio público se acentuó más si cabe. Entonces era director general de Deportes de la Junta de Castilla la Mancha.
“Quiero hacer el bien, solucionar problemas de la gente”.
Y en eso está. Cuatro años después de ser diagnosticado, se presentó a la alcaldía de La Roda, un famoso municipio de Albacete. Y ganó las elecciones.
Fue investido alcalde el 15 de junio de 2019, ya con efectos muy visibles del ELA.
El más notorio, que andaba con dificultad: “Me caí y me di un golpe en la cara. Pensaba que me iba a derrumbar en el discurso de investidura, pero me quedó bonito. Ahora veo las fotos y se me nota el golpe”.
Recuerda cómo ese día fue otro ejemplo de superación.
Desde entonces, sigue con su agenda. Hoy por hoy, en silla de ruedas y con problemas para hablar con normalidad, sigue con una ajetreada agenda de alcalde, con actos, plenos y siempre abierto a los vecinos. “Voy por el pueblo, muchos me dan ánimos. Otros me cuentan sus quejas. Algunos me critican. La gente viene a contarme lo que le pasa, los problemas que tienen”. Y él, con su enfermedad, sigue para ellos.
La familia, su gran apoyo
Pero esta dedicación no es posible sin su familia. Juan Ramón está casado con Mónica Varela, con quien tiene dos hijos: Iván, de 8 años y Jimena de 5.
Fue un valiente porque su segunda hija nació con él ya enfermo:
“Si hubiera hecho caso al médico, no hubiera tenido a Jimena. Pero no quería dejar a Iván sólo”.
Tanto él como su esposa saben de la riqueza que es una familia grande, el apoyo entre hermanos. “Al principio nos daba miedo, pero ahora cuando los veo juntos, disfruto mucho”. Y ellos de él. “Vamos al parque, uno monta conmigo en la silla y el otro detrás. Queremos ser una familia normal.”
Y por eso en su agenda, siempre, cada día, hay un rato marcado en rojo:
“Yo trabajo muchas horas en la alcaldía, pero siempre dedico un rato a estar con mis hijos, cada día, para jugar con ellos.”
El sueño de su hijo
Juan Ramón habla con sus hijos de forma natural del ELA, de la vida. “Nadie sabe dónde vas a estar mañana”, les dice.
Se centra en “darles una herencia en forma de superación. Que en el futuro se sientan orgullosos de su padre”. Pero ya lo están. Tanto que su hijo Iván tiene claro qué quiere ser de mayor.