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Universitario brillante, es perseguido por ser provida y profamilia

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Gentileza Christian Fernando Cortés Pérez.

Christian ha tenido que defender su titulación, que querían arrebatarle injustamente.

Jesús V. Picón - publicado el 24/10/22

Christian Fernando Cortés Pérez es mexicano, originario de Ensenada, Baja California. Por su brillante desempeño académico, fue elegido este año en la Universidad Autónoma de Baja California para dar el discurso final de graduación en su Facultad. Ahí comenzó su pesadilla

Al exponer en su discurso de graduación el valor de la familia y de la vida humana, se convirtió en víctima de acoso y persecución por parte de los defensores del relativismo y la cultura de la muerte.

No solo se ganó agresiones verbales y amenazas de muerte por su discurso provida. También le amenazaron con que quemarían su casa y dañarían a su familia.

También sus profesores le dieron la espalda y pedían le fueran retirados su título, cédula y menciones honoríficas y méritos especiales. Una verdadera pesadilla vivió este joven mexicano por un discurso de amor a la vida y amor a la familia.

– Christian Fernando, gracias por concedernos esta entrevista para Aleteia. Cuéntanos qué pasó el 27 de junio de 2022.

Por mi promedio de calificaciones, que fue de 99.91, tuve el honor de ser elegido para dar un discurso en la ceremonia de graduación.

Y al estar dando mi discurso, que fue provida, profamilia y prolibertad, algunas personas se sintieron agredidas, y comenzaron a hacer manifestaciones en contra.

Pero en mi discurso no había nada que fuera en contra de alguien, ni era antialgo, sino que era a favor y en pro de algo.

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Christian Fernando ha sufrido amenazas y persecución por su discurso de graduación.

Hablando desde la ciencia y la filosofía

La cuestión es que yo estaba hablando de ética, bioética y de la dignidad de la persona; y, para poder hablar de eso, me tenía que ir a aspectos científicos y filosóficos.

Fue lo que yo redacté en mi discurso y lo que expresé.

Ideologías y relativismo en la universidad

– ¿Tú de qué te graduabas y por qué basabas tu discurso en esos argumentos?

De la licenciatura de Psicología.  Y hablé así porque, desgraciadamente, en la facultad se enseñan puras ideologías. No se enseñan aspectos científicos sobre el inicio de la vida o sobre qué es ser hombre y qué es ser mujer. Ahí se rechaza la biología, e impera un relativismo en todos los sentidos, diciendo que se puede ser lo que uno quiera ser.

Por eso me enfoqué en esa cuestión. Decidí hablar de la dignidad de la persona en todo sentido. Y, por tanto, señalé cuándo se es persona: desde la concepción hasta la muerte natural.  Y también señalé que la célula fundamental es la familia en cualquier sociedad sana.

– ¿Cuál era tu objetivo final con ese discurso?

Mi objetivo principal era externar unos aspectos de la persona, que el psicólogo debe atender, estando siempre abierto a la verdad científica a fin de poder emitir diagnósticos.

Hablo de situaciones que nosotros en la práctica debemos tener claras para poder ayudar a la persona. No es solamente importante lo que la persona cree que le conveniente, sino la verdad.

– ¿Qué reacciones hubo tanto en el sínodo o presidium, así como en toda la promoción de graduados que se encontraba ahí presente?

Primero estaban felices, porque recordé y agradecí a profesores que se fueron por el covid, académicos muy importantes en la facultad y que hicieron todo para que esta lograra el prestigio que tiene.

Manifestaciones en contra de la familia natural

Pero cuando empecé a hablar de la familia, de la importancia del padre en el hogar, se les comenzaron a desencajar los rostros.

Una persona, algún invitado de un estudiante, comenzó a gritar: «¡Viva la diversidad de género!», y las autoridades de la institución no hicieron nada para que esa persona se calmara, sino que yo mismo tuve que enfrascarme en palabras con ese individuo para que me dejara continuar.

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Christian ha tenido que defender su titulación, que querían arrebatarle injustamente.

Es decir, la universidad lo dejó hablar, no me respaldó a mí como su alumno. Lo correcto, por simple cuestión de respeto, era que la institución retirara a esa persona, pero no lo hizo. Con ello se envalentonaron algunas personas, y también se pusieron a gritar o a aplaudir.

De las 600 a 700 personas presentes, quizá unas 50 se retiraron del teatro; pero lo hicieron a petición de otros espectadores y alumnos, los cuales les pidieron que salieran si no querían escuchar eso.

O sea que al final se quedó más del 90 por ciento, y la gran mayoría me aplaudió, me felicitó y estuvo de acuerdo con mi discurso.

Estamos hablando de que en ese momento era casi la culminación del Mes del Orgullo Gay, y, cuando íbamos llegando a la universidad para la ceremonia de graduación, no había ninguna bandera de México, en cambio sí una inmensa bandera LGTB como de 40 por 30 metros, así que si nos queríamos tomar fotos automáticamente tenía que aparecer esa bandera que no representa a la mayoría de los mexicanos.

La intolerancia de los académicos

– ¿Qué actitud tomó el presidium?

El coordinador de mi carrera se levantó furioso y dijo que lo que yo había expresado no lo debía hacer un psicólogo, que era una forma radical de hacer las cosas, que se sentía apenado y que todos olvidaran ese momento.

Ya después el director de la Facultad, más diplomático, no se metió en el tema pero expresó algunas cuestiones para querer calmar la situación con las personas que estaban inconformes.

Terminó el acto académico, y al día siguiente se hizo una manifestación de los LGTB en la universidad, pidiendo que me quitaran mi título y mi cédula, así como el mérito escolar y menciones honoríficas que obtuve. 

El mérito escolar es el galardón más alto que tiene un solo estudiante de la generación por tener el mayor promedio en toda la carrera.

Los inconformes se presentaron ante el director, hicieron rueda de prensa y leyeron sus peticiones.

Pero eso no es lo grave. Lo grave es que de la academia de psicólogos, que fueron mis maestros, 43 de un total de 45 firmaron el documento para que me quitaran todo y me boletinaran a nivel nacional en los colegios de psicología, de ética y de bioética, porque mi discurso era «de odio» y no acorde con los valores universitarios.

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El título de licenciatura en Psicología de Christian Fernando.

– ¿Tú y tu familia sufrieron agresiones verbales o físicas?

Como la gran mayoría de mis atacantes son cobardes, me enviaban mensajes privados por las redes sociales, amenazando con dañarnos a mí y a mi familia, asegurando que ya nos tenían identificados.

Las amenazas eran de todo tipo: matarnos, quemar mi casa, etcétera.

– ¿Te atacaban personalmente, es decir, cuando se topaban físicamente contigo?

Eso no, porque no había imágenes tan claras o videos de mi rostro, así que para las personas que no me conocían no era fácil identificarme. Los estudiantes de la Facultad sí me conocían, pero no la mayoría de las personas.

Los no ideologizados son mayoría

– Pero todo esto se hizo más grande, pues salió en las noticias y trascendió fronteras. ¿Qué empezó a suceder?

Los referentes de Hispanoamérica y también europeos sobre la intelectualidad se volcaron a mi favor. E, independientemente de ellos, la gran mayoría de la gente de mi ciudad, de mi estado y de mi país, le dieron totalmente la vuelta mediática: fue aplastante el respaldo que yo tuve.

Yo creo que de cada nueve personas a mi favor, sólo había una en contra, que buscaba censurarme, cancelarme en todos los ámbitos, aniquilarme.

 -¿Cómo se resolvió la cuestión en la que querían despojarte de tu título?

Tuve una defensa jurídica a través del licenciado Carlos Ramírez. Presentamos escritos ante el tribunal universitario, ante las direcciones de las Facultades en las que había involucrados, ante la rectoría y ante las vicerrectorías de otras ciudades, porque también me atacaron maestros de otras ciudades y de otras Facultades.

Se hicieron uno por uno, para quienes resultaran responsables de esas amenazas. Y ellos se amparaban diciendo que yo no tenía derecho a presentar esas denuncias porque ya no era un alumno inscrito, sino un egresado.

El asunto se arregló de modo administrativo. No nos metimos en lo judicial porque iba a implicar un gran desgaste.

Ganó la libertad

-¿Cuál es el triunfo que obtuviste? ¿Se demostró que tú tenías la razón?

El triunfo es que ganó la verdad y que se hizo justicia. Que una persona pudo expresar sus puntos de vista basados en la verdad sobre aspectos científicos. O sea, decir cuándo empieza y cuándo termina la vida, y qué es la familia, qué es la libertad, qué es la ética. Y hablar de la necesidad del ejercicio ético de un psicólogo, expresando hacia dónde tenemos que orientarnos en la vida, tanto nosotros como nuestros pacientes.

Ganó la libertad. Ahora que en México estamos muy censurados, esto fue un triunfo.

«No debemos tener miedo a externar nuestros principios»

Y una ventaja que esto trajo es que las personas que tienen ideas muy parecidas a las mías saben ahora que tienen el respaldo de una gran mayoría de mexicanos y de gente de todo el mundo, por lo que no debemos tener miedo a externar nuestros principios, sino que debemos ser siempre hacerles frente al momento de promocionar y defender la vida y la familia.

El factor espiritual

– ¿Y desde el punto de vista espiritual cómo reaccionaste?

Yo soy católico, gracias a Dios. Y estuve tranquilo; preocupado pero tranquilo, teniendo fe en Dios de que no me iba a suceder nada. Y así fue.

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La fe le ha dado fuerzas para saber que defendía algo justo.

«Me sentí fuerte, pensando en el bien superior que puede haber ocasionado ese discurso.»

Tuve el apoyo familiar, en especial de mis padres y mis hermanos, y también de algunos amigos. Me sentí fuerte, pensando en el bien superior que puede haber ocasionado ese discurso.

Al principio fue complicado por las situaciones, pero conforme iba pasando el tiempo, con las muestras de cariño y de respaldo, todo nos llevó a buen puerto.

Y cuando alguien me atacaba de manera personal por redes sociales, los demás lo confrontaban y entonces el atacante reculaba.

-¿Te ayudó la oración en esos momentos tan complicados?

Oh, sí. Fue un gran respaldo. La oración y el rezo del rosario nos dan confianza y paz interior.

-¿Qué le dirías a los que tienen temor de ser atacados por sus creencias y principios?

Ya lo dijo san Juan Pablo II: «No tengan miedo«. No tenemos que tener miedo a nada ni a nadie.

Tenemos que tener fe en Dios, y en que nosotros mismos estamos siendo un instrumento de Él. Y que somos mayoría los que pensamos de esta manera («mayoría silenciosa», nos dicen), y que hay que externar nuestras posturas en todos los ámbitos de nuestra vida: en el estudio, en la cultura, en la academia, en lo profesional, etcétera.

En nuestra forma de pensar y actuar tenemos que ser coherentes y congruentes, y debemos estar abiertos a defender siempre los principios que no son negociables.

Un mensaje de perdón

-¿Y qué mensaje darías a aquellos que no piensan como tú, y en especial a aquellos que te atacaron?

Primeramente, los perdono.

Las palabras pueden hacer mucho daño, y no sólo a quien van dirigidas, sino también a su familia, pues causan mucha preocupación.

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El joven espera que su caso sirva para animar a otros a defender la verdad en público.

Todo eso que tanto pregonan mis atacantes, como la libertad, la tolerancia y la empatía, no lo aplican con los que no piensan como ellos, no hay congruencia entre lo que dicen y hacen. Y eso es una manera muy totalitaria de ser.

No vamos a llegar a un consenso, pero tenemos que estar abiertos a la verdad.

Y tenemos que llegar a una conclusión: que hay que defender la verdad siempre, pero no con ideologías sino de un modo científico y filosófico.

Que nuestro objetivo sea llegar a la verdad, porque la verdad nos hará libres.

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