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Una mirada desde América Latina ante la locura de la guerra

Ucrania guerra

Anatolii STEPANOV / AFP

Militares ucranianos viajan en tanques hacia la línea del frente con las fuerzas rusas en la región de Lugansk de Ucrania el 25 de febrero de 2022

Macky Arenas - publicado el 26/02/22

Los países han tomado postura con respecto a lo que sucede entre Rusia y Ucrania. Mientras el CELAM se anota, con sus 22 conferencias episcopales, a la jornada de oración solicitada por el papa Francisco

Tal vez en pocos momentos la humanidad se haya encontrado rezando tanto como ahora. Ucrania pedía en las últimas horas apoyo efectivo y concreto. Solicitaba que no la dejaran sola y se lamentaba de lo que definía como el miedo que ha paralizado a Occidente.

Los católicos del mundo, los ciudadanos que estamos observando impotentes los acontecimientos, sabemos que tenemos un arma más poderosa que  todas, que es la oración.  Ella triunfó clamorosamente en distintas etapas duras de la humanidad y puede volver a hacerlo. El Papa Francisco nos ha convocado a una jornada en donde, desde todas partes del mundo, rezaremos por la paz en Ucrania.

El CELAM, que reúne a las conferencias episcopales de América Latina, se ha puesto en marcha para asegurar que no habrá rincón de este continente donde no se implore al cielo por la paz.

El organismo ha invitado  “a las 22 Conferencias Episcopales de América Latina y el Caribe, así como a las instituciones y organizaciones eclesiales de nuestro continente, y a todos nuestros hermanos y hermanas de buena voluntad, para que el próximo 2 de marzo, Miércoles de Ceniza, realicemos una jornada de oración y ayuno por la paz”.

Pero, mientras tanto, las cuentas de los rosarios latinoamericanos se suceden sin descanso “disparando” cargas de solidaridad y esperanza para los hermanos ucranianos.

Mirada desde América Latina

Consultando para Aleteia a un analista internacional y profesor universitario en Santiago de Chile, Magister en Teorías de Conflictos, nos dice:

“Me impresiona la audaz movida de hechos consumados de Putin para reforzar su posición negociadora. Por ello, percibo que no escalará la crisis y se sentará a negociar, y no me cabe duda que Putin recuperará el prestigio de Rusia y se perpetuará como el nuevo Zar de Rusia sin contrapeso y agravará la falta de liderazgo de Occidente. No deja de tener razón las oportunas advertencias del historiador Niail Fergusen” . 

Igualmente señala que la falta de liderazgo en Occidente data desde hace tiempo. Esto a pesar de las reiteradas advertencias frecuentes tanto de Oriana Fallaci, historiadores como  Paul Johnson, Niall Fergusen y,  prematuramente, por los insignes intelectuales, el alemán A.Spengler, autor del notable ensayo «La decadencia de Occidente» y el  británico A.Toynbee pues ambos han analizado este fascinante tema con argumentos irrebatiblemente vigentes.

El riesgo detonante

Que fue una jugada en función de posicionar su poder negociador, no hay lugar a las dudas. Quedó claro después de las declaraciones del el canciller ruso. “Estamos dispuestos a negociar si Ucrania depone las armas”, dijo. Ucrania ha decretado movilización general y Cáritas Internacional advierte sobre la hecatombe humanitaria que se cierne sobre el país.

Los patriarcas orientales han reaccionado unánimes igualmente. Bartolomé advirtió a Rusia que puede haber apretado el gatillo de una guerra mundial. Kiril -como patriarca de Moscú cercano a Putin–  reclama «el pronto restablecimiento de la paz» recordando que»los pueblos ruso y ucraniano tienen una historia común de siglos».

Nadie está libre de consecuencias

Europa anda un poco más preocupada que otras latitudes. Estados Unidos y Gran Bretaña confían en el efecto “devastador” de las sanciones. América Latina, por primera vez, parece tener una razón para compartir postura –excepción hecha, por supuesto, de Cuba, Venezuela y Nicaragua- en la condena del ataque ruso a Ucrania y los votos por una solución que conduzca a la paz.

Y es que tampoco el continente latinoamericano estará libre de consecuencias. Eso lo saben los gobernantes que no tienen nexos ideológicos que los aten a un apoyo incondicional a Putin. Y también algunos que podrían tener un pie en rojo. Es el caso de Argentina – la cual discretamente dejó entrever su discordancia- y países como México, que no quiere retratarse en grupo con los invasores.

Hasta Maduro, el primero en salir a perifonear su respaldo a Rusia, hoy modera sus palabras. Amaneció abogando por una solución pacífica al conflicto. Y es que Venezuela, por esa vía, se asoma a un nuevo abismo de sanciones y a una reedición de tensiones que parecían estar mermando. Esto al generalizarse en el país una “sensación” de recuperación de la economía.

Una página oscura

Consultamos al exembajador venezolano en la OEA y muy seguido analista, Milos Alcalay, quien no oculta su preocupación:

“La página de 24 de febrero es oscura en la historia de las relaciones internacionales. La intervención de Rusia no es a las provincias separatistas rusófilas. A pesar de que Putin había dicho que no iba a intervenir en Ucrania, hoy los tanques rusos están a las puertas de Kiev y han lanzado misiles a 20 ciudades de Ucrania. Es una situación vergonzosa; pero es un error de la megalomanía de Putin que le va a costar caro. Estoy convencido, después de ver las reuniones del Consejo de Seguridad de ONU, de la OTAN, del G7, de los jefes de gobierno y el mundo entero condenando la acción militar, se vislumbra  el comienzo del fin de Putin”.

No deja de anotar que, para que todo esto se coloque en modo de paz, hay que mantener una línea dura contra estas acciones que lleva a cabo Rusia.

“Lo ideal –insiste- podría haber sido una intervención militar, pero las secuelas que ello puede generar son terribles. Los países americanos, asiáticos, del Caribe, todos condenan junto a la UE, Canadá, Japón, la acción rusa. No hay, prácticamente, países que apoyan esto, no se atreven, ni siquiera China que ha estado muy cauta, sencillamente porque esto está totalmente rechazado en la Carta  de las Naciones Unidas. Si el cerco se mantiene, el error de Putin, insisto, le costará caro. Si las naciones juegan bien, se producirán, incluso repercusiones internas, dentro de la misma Rusia”.

“Si compras cañones no compras pan”

Es un hecho que quien sufre ahora es el pueblo ucraniano, las familias, los miles de desplazados que angustian a Cáritas.

“Pero esta dimensión –dice Alcalay- que nos ha llevado a una economía mundializada, esos cañones, misiles y tanques, esos 200 mil o más soldados rusos que se emplean y que van a profundizar la precaria situación económica rusa, las bien merecidas sanciones, el fin del gasoducto hacia Europa y Alemania, no sólo afectará a Ucrania, también a Rusia. Si compras cañones no compras pan; si pagas misiles no compras mantequilla. Fíjate que las bolsas han caído en todas partes y los precios del petróleo subirán, volviendo al empobrecimiento que tanto avanzó durante la pandemia. En pocas palabras, la aventura en que Putin ha metido a la humanidad es  impensable pues luego de la pandemia-virus, nos han traído otra que es la militar, la intervención violenta”.

Venezuela, ni arte ni parte

Insiste Alcalay en que, hoy por hoy, no hay país que justifique una intervención militar. Eso había quedado como cosa de un pasado superado, al menos para el mundo civilizado. De allí el retroceso.

“No sé cómo se atreven –agregó el diplomático- después de haber presidido el grupo de países no alineados, los cuales estaban en contra de cualquier intervención militar, a justificar una ejecutada por ellos mismos”.

Lo más grave es que nos arrastra a Venezuela a un conflicto en el cual no tenemos arte ni parte pues, aparte de otras consecuencias, está sobre nuestro país –el único en la región-  la amenaza de una presencia militar rusa.

«Entonces mañana podrá ser iraní, luego Hezbolá y Hamas, luego coreana y así sucesivamente. Reitero -agregó- que estamos entrando en una dimensión sumamente peligrosa, aparte de recrudecer las sanciones que ya  venía sufriendo”.

Luz en la densa oscuridad

Mientras tanto, nos admiramos con la fuerza del báculo delarzobispo de Kiev, Sviatoslav Shevchuk-quien no ha dudado en permanecer al lado de su rebaño, mantener abiertas los templos y cobijar en ellos al pueblo durante los bombardeos-  y el  valiente testimonio de las Carmelitas Descalzas de Kiev y Jarvov, quienes han decidido permanecer en sus monasterios. Son los únicos que piensan en los costos humanos. Ellos ponen la luz en la densa oscuridad que hoy cubre al pueblo ucraniano.

¡Dios los ayude!

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