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Monje Gen Z: Así se cambia el mundo

FRAY IGNACIO

Capture Youtube

Fundación De Clausura - publicado el 10/02/22

Con 26 años, Fray Ignacio es la prueba viviente, desde su monasterio de Leyre, de que Dios sigue llamando a jóvenes a consagrarse a Él en la oración y el trabajo

Ignacio Esparza Lezáun es un chico de 26 años como cualquier otro, nacido en Pamplona, en el Norte de España.

Cuando tenía 22 años sorprendió a sus amigos de universidad, a sus padres y hermanos con una noticia bomba.

En plena sociedad de Twitter, Instagram y TikTok,  anunciaba su decisión de consagrarse a Dios como monje benedictino.

Este joven de la “Generación Z”, que comprende a aquellos nacidos en los últimos años de los noventa e inicio de los dos mil (1995-2000) recibe la sabiduría de su comunidad.

Su testimonio en vídeo, producido por Arguments, ha sido visualizado en Youtube más de cien mil veces.

Y son numerosos los artículos que han escrito sobre él medios de información, sorprendidos ante la decisión de un joven que se hace benedictino.

Fray Ignacio forma parte de la comunidad del Monasterio de Leyre, uno de los conjuntos monásticos más importantes de España por su relevancia histórica y espiritual. De hecho, existen pruebas de su existencia ya en el año 848.

Historia de una vocación

En su testimonio, Fray Ignacio recuerda el día en que decidió anunciar a sus padres que entraría en el monasterio:

“Mi madre le echó la culpa a mi padre, y mi padre le echó la culpa a mi madre, pero los dos están hoy muy contentos”.

“También mis hermanos están muy contentos, y les estoy muy agradecido por todo el apoyo», reconoce.

«Una cosa que yo noto es que aquí, desde dentro de la clausura, uno está menos informado sobre lo que pasa en el mundo, y menos encima de su familia.

Pero a la vez los lazos son como más profundos. Los momentos para estar con ellos son más escasos, pero tienen mucha mayor hondura”.

“Aquí, en la vida benedictina, es muy importante la belleza. Nos pasamos mucho tiempo cantando y rezando«, revela el fraile.

«El énfasis, que desde siempre se ha puesto en mi familia, a la educación en la belleza creo que es una de las cosas que más me han ayudado a discernir mi vocación”.

“¿Has tenido miedo?”

Ante la pregunta de si ha tenido miedo, fray Ignacio responde con franqueza:

“Pues todos los días. Pero también uno aprende que tiene que dar el ‘sí’ cada día. Y que tiene que renovar la entrega que ha hecho al Señor cada día.

Entonces todos los días tienes miedo, pero también todos los días tienes la gracia para sobrellevarlo.

Y al final uno aprende que no se trata tanto de qué va a pasar en el futuro y qué miedos tengo yo ahora ante el futuro, sino que se trata más bien de que el Señor está dando la gracia para hoy y para ahora. Tú solo tienes que acoger la gracia que te ofrece el Señor”.

Las dificultades

Cuando se le pregunta qué es lo que más le ha costado, el joven monje benedictino responde:

“Medio en broma, medio en serio se podría decir que levantarme todos los días tan pronto”.

“Una cosa que cuesta mucho es el ritmo del día a día -añade-. Al final todos los días son iguales».

«Yo me acuerdo de que cuando llegué aquí me impresionó el que los sábados por la noche haces lo mismo que el viernes por la noche, y que el jueves por la noche, y que el domingo por la noche…

No quedas con tus amigos a ver una película, no haces nada especial. Pero en eso consiste también la grandeza de esta vida.

Es una vida en la que todo lo exterior, por decirlo de algún modo, se apaga. Te permite que vayas a lo esencial, que te centres en el Señor, que es el que te llama, el que tiene pensada la historia de amor para ti”.

Por otra parte, prosigue el monje, citando a san Juan de la Cruz, “en la vida en comunidad los hermanos te liman, te quitan asperezas. Es verdad».

«Es una realidad dolorosa por momentos. Pero también es un gran gozo, pues al final tienes una familia que te respalda, tienes a todos tus hermanos de comunidad, y al padre de familia, que es el padre abad al frente. Y eso también es una cosa muy hermosa”.

Ser monje hoy

El consejo de Fray Ignacio para aquella persona que se plantea dedicar totalmente su vida a Dios es rotundo:

“Que se lance de cabeza. Que se lance sin dudarlo allí donde le llame el Señor, ya sea a la vida monástica, como es mi caso, ya sea al sacerdocio, ya sea a una vocación en el mundo, ya sea a formar una familia, a lo que sea”.

“Todas las vocaciones son una entrega al Señor y todos los caminos que se pueden elegir en la vida con mirada de fe acaban convirtiéndose en caminos hacia el Señor», aclara.

«Y al final el Señor es lo único esencial en nuestras vidas. Es lo mayor que tenemos. Que la gente se lance de cabeza”.

En particular, a quien se plantea la vocación en el celibato, ya sea en el sacerdocio o en los monasterios, en la vida religiosa, el fraile asegura:

Es una vocación muy gozosa en la que el Señor te colma por entero. Es buena inversión”.

Cambiar el mundo desde un monasterio

Fray Ignacio está convencido de que es posible cambiar el mundo estando fuera del mundo.

Para explicarse cita una famosa frase de la madre Teresa de Calcuta:

Para cambiar al mundo, primero tenemos que cambiarnos a nosotros mismos.

“Yo reo que hay dos formas de cambiar el mundo estando fuera del mundo -explica-. La principal es la oración».

«La oración tiene efectos que ni nos imaginamos. Aquí en el monasterio vemos  esos efectos con mucho retraso, o directamente no los vemos, pero de vez en cuando el Señor nos permite ver el efecto que ha tenido nuestra oración. Es una cosa muy bella.

No se cambia el mundo. Se cambian cosas pequeñitas o cosas más grandes, pero que poco a poco es de lo que está formado el mundo”.

En segundo lugar, el monje asegura que es posible cambiar al mundo “cambiándonos a nosotros mismos, pues también el  monasterio es como un micro mundo, por así decirlo. También tenemos que cambiar esta sociedad monástica, que formamos, para acercanos al Señor como comunidad. Y en esto también nuestra oración y nuestros actos tienen mucho que decir para cambiar el mundo”.

La vida de un monje 

Fray Ignacio resume su vida en el famoso adagio de la vida benedictina: “ora et labora”.

“Nos levantamos pronto para rezar y rezamos hasta bien avanzado el día -revela-. Por las mañanas dedicamos tres horas y media al trabajo y por las tardes otras dos o tres horas también”.

La oración es comunitaria y personal. La comunitaria tiene lugar principalmente en la iglesia, el rezo de la Liturgia de las Horas (el oficio divino), y la misa.

La oración personal la realiza el monje en privado. Se trata de la ‘lectio divina’, en la que medita en los textos de la Sagrada Escritura o de autores eclesiásticos y, como a él le gusta decir, se enfrenta ante ellos.

“Es lo principal de nuestro día  -reconoce-. San Benito dice que no antepongamos nada a la obra de Dios, que no antepongamos nada a ese trabajo nuestro como monjes que sobre todo es el rezo de la liturgia.

Pero san Benito también nos dice que tampoco antepongamos nada al amor de Cristo.

Lo más bonito de esta vida es que, en los quehaceres diarios, que a veces pueden ser de lo más prosaico, como estar en la cocina, estar en la plancha o estar fregando el suelo…, podemos encontrar el amor del Señor, porque como decía santa Teresa, ‘entre los pucheros anda Dios’”.

¿Qué hacer por los contemplativos?

El joven monje también responde a una pregunta muy común: ¿cómo es posible ayudar a los monjes y monjas contemplativos?

“Lo primero y principal, rezar por nosotros -responde con claridad-. Es verdad que a nosotros nos dan de comer para que recemos [dice con una sonrisa], pero también nosotros necesitamos la oración de los demás, pues también nosotros somos personas normales, y tenemos nuestras limitaciones y nuestro pecado».

«No solo nos gusta interceder por el pueblo de Dios, sino también que el pueblo de Dios interceda por nosotros”.

En segundo lugar, añade, “la gente de la calle puede manifestarnos de una manera concreta que cuenta con nosotros, pues aunque nuestra vida sea una vocación de entrega absoluta al Señor, también es una vocación en el corazón de la Iglesia».

«Y al final en la Iglesia estamos todos. Es bonito que el pueblo fiel tenga consideración hacia nuestra vida”, concluye emocionado.

Si quiere conocer más de cerca y rezar con fray Ignacio Esparza Lezáun, el próximo miércoles 16 de febrero, a las 7:30pm de Madrid (3:30 pm de Buenos Aires, 1:30 pm de Miami,  12:30 de México D.F.) la Fundación DeClausura organiza el IX Encuentro en torno al claustro del Monasterio de Leyre. 

DE CLAUSURA

En el encuentro, el joven monje rezará, tal y como lo haría en su celda su “lectio divina” sobre el Salmo 102.

Es posible ya inscribirse en este enlace para reservar su participación gratuita: https://mailchi.mp/declausura.org/9_encuentro_claustro_leyre_fray_ignacio

Por Matilde Latorre

Tags:
contemplaciónDeClausuraespiritualidadjovenesmonasterio
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