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El ecumenismo en perspectiva católica 

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ECUMENISM

Shutterstock | Riccardo De Luca - Update

Miguel Pastorino - publicado el 25/01/22 - actualizado el 18/01/23

Muchos usan la expresión ecuménico o ecumenismo en sentidos muy ambiguos y amplios, lo cual genera en muchas personas cierta desconfianza y también prejuicios

Si bien el movimiento ecuménico nace dentro del mundo protestante (1910), el trabajo por la unidad de los cristianos es un aspecto fundamental de la fe católica, y entendida como prioridad pastoral por el papa Juan Pablo II. 

Lo que no es ecumenismo

Aunque la palabra ecumenismo en su raíz significa el mundo habitado (oikumene) y luego de la caída del imperio romano de occidente se identificó con la iglesia universal, recién en el siglo XX comenzará a utilizarse como sinónimo de la unidad de todos los cristianos. 

El ecumenismono debe confundirse con el diálogo interreligioso. Porque el ecumenismo es solo entre cristianos, que comparten la misma fe (credo). En cambio, el diálogo con otras religiones (“diálogo interreligioso”), no busca la unidad doctrinal, sino la mutua comprensión, respeto y el trabajo en conjunto por la paz en el mundo. 

El ecumenismo no debe confundirse con el sincretismo, con hacer una ensalada de doctrinas, buscando la unidad al precio de la renuncia a la propia identidad y a la propia doctrina, eso sería traicionar el empeño ecuménico.

El ecumenismo no es relativismo, porque no se ponen todas las verdades al mismo nivel. El ecumenismo distingue niveles de diálogo y de unidad, ya sea a nivel doctrinal-teológico, a nivel espiritual o a nivel social. 

El ecumenismo no tiene que ver con ideologías ni con estrategias políticas, sino que es por fidelidad a la voluntad de Jesucristo de la unidad de los cristianos. 

El problema ecuménico: el escándalo de la división

El problema ecuménico no es un problema institucional, sino de todo cristiano, porque es el problema de vivir en la contradicción, ya que la unidad de los cristianos querida por Jesús: “que todos sean uno” (Jn 17,21), no es lo que sucede cuando contemplamos las múltiples divisiones históricas y actuales de los cristianos. 

La división contradice la voluntad de Cristo, es un escándalo para el mundo y un obstáculo a la misión evangelizadora de la Iglesia. 

“Creer en Cristo significa querer la unidad, querer la unidad significa querer la Iglesia; querer la Iglesia significa querer la comunión de gracia que corresponde al designio del Padre desde toda la eternidad. Este es el significado de la oración de Cristo: ut unum sint” (UUS 9).

Ecumenismo y misión de la Iglesia

El trabajo por la unidad no es un mero programa de la Iglesia católica, ni un trabajo para especialistas, sino que hace parte del mismo ser de la Iglesia. 

Sobre ello escribió el Card. Cassidy: “Prescindir de la unidad es prescindir de Cristo. Prescindir de la unidad es desconocer la voluntad del Padre. Prescindir de la unidad es desconocer el deseo que Cristo mismo manifestaba en la oración antes de su pasión, pasión cuyo significado último es la reconciliación definitiva con Dios y con los hombres”. Entre las muchas razones para la búsqueda de la unidad de los cristianos, la principal es el deseo de cumplir con la voluntad de Cristo.

Creer en Jesucristo es creer en su palabra y en su oración, por ello creer en él es responder tanto al imperativo misionero como al imperativo ecuménico. La dimensión misionera y ecuménica son esenciales a la naturaleza y misión de la Iglesia (Directorio para la aplicación de principios y normas del ecumenismo, 58). 

La unidad de los cristianos es un signo de credibilidad de la misión: “Que sean uno Padre, para que el mundo crea”. El compromiso con la misión es inseparable del compromiso por la unidad de los cristianos (Unitatis Redintegratio 6). 

El punto de partida del ecumenismo en la fe católica ha sido el Concilio Vaticano II que en su Decreto sobre el Ecumenismo (Unitatis Redintegratio) comienza así: 

“Uno de los principales propósitos del Sagrado Sínodo Ecuménico Vaticano II es el de promover la reintegración de unidad entre todos los cristianos. Cristo fundó una sola y única Iglesia; sin embargo, son muchas las Comunidades cristianas que se presentan a los hombres como la verdadera herencia de Jesucristo, todos se profesan discípulos del Señor, pero piensan de modo diverso y siguen distintos caminos, como si Cristo mismo estuviese dividido (1 Cor 1,13). Tal división está abiertamente en contra de la voluntad de Cristo, es un escándalo para el mundo y perjudica a la causa santísima de la predicación del Evangelio a toda criatura” (UR 1).

Tipos de ecumenismo

Existen diversas formas de acción ecuménica, que involucran a diferentes actores y en diferentes contextos de vida eclesial:

El ecumenismo institucional: o de diálogos teológicos, es llevado adelante por las jerarquías eclesiásticas y por comisiones teológicas de diálogo, integradas por teólogos de diversas tradiciones. 

El ecumenismo espiritual: es llevado adelante por todos los creyentes que se dedican a la oración por la unidad. “La conversión del corazón y santidad de vida, juntamente con las oraciones privadas y públicas por la unidad de los cristianos, han de considerarse como el alma de todo el movimiento ecuménico, y con razón pueden llamarse ecumenismo espiritual” (UR 8).

El ecumenismo local: Es el practicado en diversas iniciativas por las iglesias locales, donde a nivel de las diócesis o de conferencias episcopales se trabaja en actividades que fortalezcan el diálogo y la unidad, como jornadas de oración, encuentros, talleres, etc. 

El ecumenismo social: son las diferentes actividades sociales llevadas a cabo conjuntamente por cristianos de diversas comunidades, ya sea a nivel nacional o internacional. 

La oración de Jesús

“Pero no ruego sólo por estos, sino también por cuantos crean en mí, para que todos sean uno, como nosotros somos uno” (Jn 17,20-21). La conciencia del imperativo ecuménico es un llamado a la conversión del corazón, a sufrir por las divisiones y trabajar por la unidad. “No existe auténtico ecumenismo sin una conversión interior” (UR 7). Juan Pablo II nos recuerda que la Iglesia católica, cuando toma conciencia de la división de los cristianos, no ignora la “culpa de los hombres por ambas partes”, reconociendo que la responsabilidad no se puede atribuir únicamente a los “demás” (UUS 11). 

Para comprender en profundidad el ecumenismo en perspectiva católica es fundamental conocer bien estos tres documentos: 

El decreto Unitatis Redintegratio (Concilio Vaticano II, 1964)

La encíclica de Juan Pablo II Ut unum sint (1995)

El directorio para la aplicación de los principios y normas del ecumenismo (1993): 

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