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¿Fueron los Reyes Magos tentados por el demonio?

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Shutterstock | Zvonimir Atletic

Vidal Arranz - publicado el 05/01/22

Una "Historia de los Reyes Magos" de finales del siglo XV nos presenta al demonio interfiriendo para que los Magos no adoraran al Niño Dios

¿Fueron los Reyes Magos tentados por el demonio para desanimarles de su propósito de adorar al Niño Dios? Es imposible saberlo, pues la Biblia, que es la única fuente fidedigna en esta materia, no lo menciona. Pero la ‘Historia de los Reyes Magos’ que se escribió en España a finales del siglo XV, en tiempo de los Reyes Católicos, lo da por hecho y lo cuenta con todo lujo de detalle. 

El libro, que se conserva en la biblioteca de la Universidad de Salamanca, es obra de autor desconocido, aunque casi con toda seguridad debió ser un judío converso. De hecho, uno de los argumentos en favor de esta tesis es justamente el episodio de las tentaciones de los Magos, que él incluye en su relato.

Y es que las tres tentaciones con las que Satanás intenta hacer dudar a las majestades de Oriente recogen justamente las dudas que los judíos debían afrontar en su proceso de conversión, pues la parte más espinosa para ellos era reconocer la condición divina de Jesús de Nazaret. 

Primero dirigiéndose a Gaspar

Así, la ‘Historia de los Reyes Magos’ nos muestra a Satanás dirigiéndose en primer lugar a Gaspar. «Pareciéndole que era un gran sabio filósofo y mágico como él» le plantea la siguiente duda: el niño al que vais a adorar nació llorando, y es bien sabido que el llanto no es un rasgo propio de Dios. 

Frente a esto, un Gaspar iluminado por la luz divina, se nos dice que respondió lo siguiente: «Amigo, no estás tú bien informado de los secretos de Dios». Y le recuerda a Satanás todos los episodios de la Biblia en los que se profetizada la llegada de ese niño.

«Todas estas profecías por este niño se dijeron y, si nació llorando, tanto más muestra la virtud de su majestad, que nos comienza a enseñar lo que por nosotros, y con nosotros, viene a obrar, que es la santa redención nuestra». Y despacha Gaspar a Satanás con cajas destempladas: «Vete con tu malvado y perverso error, que aquí no ha lugar tu engañoso argumento».

Luego con Melchor

Fracasado el intento con Gaspar, lo intenta de nuevo el demonio con el rey Melchor, con quien utiliza otro razonamiento: «Cómo no alcanza tu entendimiento que la adoración no se debe hacer salvo a Dios. Pues, a mi ver, claramente parece que éste es nacido; no es Dios, sino hombre como cualquier otro hombre».

Inspirado también Melchor por el Espíritu Santo, responde a Satanás recordándole que la llegada de ese niño había sido anunciada por el profeta Ezequiel, quien advirtió de que «había de entrar por la puerta cerrada». La puerta cerrada, según esta interpretación, es la Virginidad de María, puerta que sólo Dios puede franquear.

«Todo esto que te he dicho es para que sepas que este niño es Dios, que obras como éstas todas son de Dios, y que le ha placido de tomar carne humana queriendo ser concebido Dios y hombre en una Virgen sin haber en ella ningún corrompimiento de su virginidad», responde el rey Melchor, quien incluso cita este verso del Cantar de los Cantares como alusivo a la Virgen: «Toda eres hermosa, mi amada, y ninguna mancilla hay en ti». 

El intento con Baltasar

Desesperado por su fracaso con los dos primeros magos, vuelve a intentarlo Lucifer con el tercer miembro de la comitiva, el rey Baltasar. El autor de la ‘Historia de los Reyes Magos’ no duda en ponerse en la cabeza del maligno y le imagina empeñado en conseguir convencer a, al menos, uno de los tres, para que estorbe al resto e impida el episodio de la adoración. 

Con esta finalidad, toma la forma de una mujer hechicera, con dotes de adivinación, y le dice al rey Baltasar: «Si piensas que hay en ese niño naturaleza divina, no lo creas, que no anda Dios por los rincones encerrándose en mujeres. Quien los cielos y tierra y los mares y los aires tiene llenos de su grandeza, ¿cómo se encerraría en el vientre de una moza?». 

Pero tampoco en esta ocasión tiene éxito. «Vete, malvado demonio, destrucción de las almas, enemigo de toda virtud, vergüenza de toda bondad. ¿Y tú piensas que no te conozco? Tu eres Satanás, maldito desesperado, dañado con tus mismas obras, que quieres con falsa forma engañarme. Sábete que Éste a quien yo voy a adorar sé que es Dios eterno, todopoderoso, creador y gobernador de todas las cosas». Y le recuerda de nuevo las profecías que anunciaron que nacería de vientre de mujer.

Las tres dudas que el demonio plantea a los magos son, al parecer, dudas que se les presentaban a los judíos que afrontaban el camino de la conversión. Pero también apunta a que la autoría de la obra puede corresponder a un converso el hecho de que insista tanto en las fundamentaciones bíblicas, especialmente del Antiguo Testamento, lo que para un cristiano viejo no era tan necesario. 

Que en el tramo final aluda a las virtudes de la Inquisición parece también propio de quien debe acreditar su fiabilidad como cristiano nuevo, y ocioso en quien se da por sentado que la tiene. 

Como curiosidad añadida, puede destacarse que la ‘Historia de los Reyes Magos’ presenta la comitiva de los Magos en dirección hacia el portal de Belén como “la primera romería de la historia”. 

«Los tres reyes van en romería, que fue la primera romería que en el mundo se hizo, y su guía va delante de ellos señalándoles la vía más derecha por la que debían ir», leemos en el códice.

Con todo, es especialmente hermoso el pasaje en el que se describe el encuentro de los Magos de Oriente con el recién nacido: «Sabiendo ellos que llegaban a Belén, no le quitaban los ojos a la estrella, por ver donde pararía. Y cuando llegaron al portal donde la preciosa Virgen estaba, abrazada con su hijo, señaló la estrella el lugar parándose y estándose quieta. Y como los Reyes vieron que su guía no se movían de encima de aquella pobre casa vieron cómo se encendía un amor que les quemaba los corazones (…) descendidos de sus bestias entraron juntamente donde el Rey del cielo estaba y poniendo los ojos en él, los rayos de resplandor que de su rostro salían no sólo les demostraron la majestad de su divinidad, sino que les alumbró las almas y en sus corazones comenzaron a profetizar».

El códice con la ‘Historia de los Reyes Magos’ fue encontrado por la investigadora María Teresa Herrera Hernández y editado hace casi 30 años por la Universidad de Salamanca, con su ortografía original de castellano antiguo (del que en este texto hemos hecho nuestra propia adaptación), en una edición que hoy es casi inencontrable. Unos años después, Teresa Herrera y José Oroz Reta realizaron una nueva edición del manuscrito en castellano actual pensando en que pudiera leerlo un público más amplio. 

Si sabemos poco de su autor, algo más podemos contar de la historia del documento y de cómo fue pasando de mano en mano gracias a la investigación de quien lo encontró.

En las páginas iniciales Herrera explica que fue regalado al abogado y escritor Cristóbal de Salazar Mardones por Juan de Idiáquez, un diplomático muy influyente en la España del siglo XVI (vivió entre 1540 y 1614). Embajador en Génova y Venecia, Idiáquez llegó a ser presidente del consejo de Órdenes bajo Felipe III. 

Años después, el libro caerá en manos de Lorenzo Ramírez de Prado, poeta del siglo XVII que fue consejero de Indias en 1626 y al que Lope de Vega cita en su Laurel de Apolo, donde hace una antología de los mejores versificadores. 

Por cauces que se ignoran, el códice llegó a la biblioteca del Colegio de Cuenca, fundado en Salamanca por Diego Ramírez de Villaescusa. La biblioteca y sus fondos pasaron a la Biblioteca Real, propiedad de la corona, y en 1954 fueron devueltos a la Universidad de Salamanca. En todo momento sus distintos propietarios fueron conscientes del valor de tan insólito documento.

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