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Antiguo obispo anglicano habla de su experiencia diez años después de su adhesión a la Iglesia católica

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Padre Keith Newton, Ordinario anglicano-cattolico di “Our Lady of Walsingham”

I.Media - publicado el 16/01/21

Fueron muchos los que predijeron nuestra rápida desaparición: no ha sido el caso, ¡seguimos aquí!

El 15 de enero de 2011, tres antiguos obispos anglicanos, entre ellos el padre Keith Newton, fueron ordenados sacerdotes por Mons. Vincent Nichols, arzobispo de Westminster (Reino Unido).

El mismo día, el Ordinariato personal de Nuestra Señora de Walsingham fue fundado a través de un decreto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y el padre Keith Newton fue nombrado primer ordinario por el papa Benedicto XVI.

Diez años después, I.MEDIA entrevista al padre Newton para esbozar un primer balance y algunas perspectivas sobre el futuro del Ordinariato.

– Hace diez años, usted y muchos anglicanos se unieron a la Iglesia católica. Por petición del papa Benedicto XVI, usted asumió el liderazgo, ese mismo día, del nuevo Ordinariato personal de Nuestra Señora de Walsingham. ¿Cómo piensan ustedes celebrar este aniversario?

Desde luego tenemos previsto celebrar estos diez años. La Constitución apostólica Anglicanorum coetibus [que enmarca la adhesión de sacerdotes y obispos anglicanos a la Iglesia católica, sobre todo de sacerdotes casados; N. del R.] fue publicada en 2009 y fue necesario algo de tiempo antes de proceder a la creación del primer Ordinariato, que fue creado hace justo diez años, el día de muchas ordenaciones.

Hacer balance

Evidentemente había organizadas celebraciones, pero, como es natural, la pandemia ha trastocado todo eso y ya no podemos contemplarlo.

Este 15 de enero, celebraré una misa, pero sobre todo el día siguiente, el sábado 16, se retransmitirá en directo una misa solemne para que las personas puedan sumársenos en línea. Si, por fortuna, las cosas mejoraran a mediados de año, podríamos hacer también alguna cosa un poco más importante.

– Diez años después, ¿es ya momento de un primer balance?

Creo que podemos hacerlo. Fueron muchos los que predijeron nuestra rápida desaparición: no ha sido el caso, ¡seguimos aquí!

Por supuesto, hemos afrontado muchos desafíos durante estos diez años, pero me parece que estamos más preparados, dispuestos a mirar hacia el futuro, porque hemos hecho crecer nuestras raíces en el seno de la Iglesia católica y en la sociedad inglesa y galesa.

Tenemos más de un centenar de sacerdotes, de los cuales 70 tienen menos de 75 años. Treinta de ellos trabajan a tiempo completo en las parroquias del Ordinariato. Y administramos unas veinticinco parroquias de la Iglesia católica en Gran Bretaña, lo cual nos permite tener influencia sobre las comunidades católicas locales.

Realidad pequeña pero activa

– ¿Con cuántos fieles cuentan en la actualidad?

Evidentemente, no es un número enorme, unos cuantos millares, pero muchas personas de la Iglesia católica asisten a nuestras misas [en el “uso anglicano”, una forma litúrgica de la Iglesia católica para los Ordinariatos inspirada en las tradiciones anglicanas; N. del R.].

Les aportamos algo nuevo a su fe católica; para ellos y, más en general, para la Iglesia universal.

Como ya sabe, la Iglesia católica ha pasado por momentos difíciles en su historia en Inglaterra. Tras la reforma anglicana del siglo XVI, incluso fue prohibida durante cierto tiempo. Por lo tanto, tiene un lugar diferente aquí, distinto absolutamente al que ocupa en Italia o Francia.

– Han pasado también por problemas económicos…

Sí, y están prácticamente resueltos. Empezamos con casi nada, y fue difícil, pero logramos mantener el rumbo cada año y mantener el navío a flote. Hoy trabajamos en un fondo de pensiones para nuestros sacerdotes jubilados.

Hemos aportado muchas estructuras, sobre todo materiales, a nuestra organización estos últimos años, con un vicario general y diferentes responsables… Eso requiere tiempo, por supuesto, ¡y siempre he dicho que se trata más de una maratón que de un esprint!

Newman, patrono

– Ustedes están advocados bajo la protección de san John Henry Newman, que también pasó de la Iglesia anglicana a la Iglesia católica. ¿Es un precursor para ustedes?

¡Sí! Para todos nosotros, su canonización en 2019 fue un momento muy importante, muy emotivo. Ver a esta gran figura que había tomado la decisión de sumarse a la Iglesia católica ser canonizada, reconocida como un ejemplo por la Iglesia, nos conmovió especialmente.

– ¿Han profundizado en el sentido de su singularidad en la Iglesia universal actual?

El ejemplo de Newman es muy inspirador para nosotros. Él mismo, en el siglo XIX, consideró fundar algo que describió como una “Iglesia uniata anglicana” [es decir, unida a Roma; N. del R.].

Creo que vería con buenos ojos nuestro Ordinariato, él que hablaba de sus “amigos que tiemblan de frío a la puerta de la Iglesia”.

Creo que uno de los grandes significados que puede tener el Ordinariato en la Iglesia universal es que la Iglesia es capaz de encontrar en sí misma tradiciones que son compatibles con la fe católica y añadir elementos que fueron creados durante la Reforma anglicana. Por ejemplo, elementos litúrgicos y espirituales, “estrategias” pastorales… en sintonía con la doctrina de la Iglesia, claro está.

Unidad en la diversidad

A mi modo de ver, muchos católicos no se dan cuenta de cuánta diversidad hay ya en la Iglesia de hoy día y de que de esta diversidad se pueden extraer unas tradiciones muy ricas.

– ¿Consideran haber encontrado su lugar gracias a su singularidad?

Somos el primer grupo que hace este camino de regreso a la Iglesia oficialmente desde la Reforma y, aunque seamos pequeños, como dijo Benedicto XVI, nuestro camino es “profético”. Eso muestra lo que puede llegar, lo que es posible.

Nuestra organización se inspira en el pasado, en las primeras conversiones, en los numerosos procesos implementados por el Vaticano que, particularmente desde Pablo VI, han desembocado en la situación actual. Pero eso nos pone sobre todo de cara al futuro, hacia lo que es posible realizar.

En el seno de la Iglesia, las personas no son “absorbidas”, sino respetadas como iguales en su diversidad. Es la fuerza de la Iglesia católica: reunir en una auténtica comunión diferentes grupos de personas. Ninguna otra religión puede hacer eso en la actualidad.

Ecumenismo

– ¿Qué labor efectúa el Ordinariato en la búsqueda de la Unidad de la Iglesia hoy día? ¿Existe un diálogo con la Iglesia anglicana en particular?

No tenemos una relación especialmente fuerte con la Iglesia anglicana. Personalmente, tengo amigos anglicanos, conozco obispos anglicanos y, a menudo, tengo la oportunidad de conversar con ellos.

Creo que ha habido un poco de resentimiento tras la creación del Ordinariato y el paso de nuestros miembros a la Iglesia católica. Me parece que es estimulante intentar comprender esta situación. Porque si decimos constantemente que la Unidad es lo que desea Cristo, todo lo que vaya hacia esta unidad debería considerarse como algo bueno.

Creo que los ecumenistas no se han dado cuenta hasta hace poco de la importancia del Ordinariato desde este punto de vista. La mayor parte del tiempo, hacen muchos esfuerzos por intentar comprender los demás puntos de vista, y es algo bueno. Pero no reflexionan siempre sobre los medios prácticos que conducen a esta Unidad buscada.

Por lo que sé, me parece que somos los únicos en la Iglesia católica para los que ha tenido lugar este paso hacia la Unidad.

Futuro

– Tras estos diez primeros años fructuosos, ¿cuáles son los principales objetivos que podrían fijarse para los próximos diez años?

De aquí a diez años, esperamos que haya unas veinticinco comunidades muy sólidas del Ordinariato a lo largo de todo nuestro país. Pondremos todo nuestro esfuerzo en su desarrollo.

Eso quiere decir también que habrá grupos más pequeños que desaparecerán: lo sabemos y lo esperamos, pero eso no quiere decir que no vayamos a desempeñar nuestro papel en la nueva evangelización que está en el centro de nuestra existencia.

Y es que, como evangelizadores, tenemos una misión que nos compromete hacia todos. A menudo eso implica hacer volver a las personas a la Iglesia, lo cual es muy importante en nuestra época. Pero tenemos una misión mucho más grande con respecto al mundo, la de salir y anunciar la Buena Nueva.

Y, desde esta perspectiva, muchas parroquias en Inglaterra y en el País de Gales no son lo bastante fuertes en la actualidad. Debido a nuestras raíces anglicanas, es posible que estemos especialmente cualificados para conmover el alma de las personas que han salido del seno de la Iglesia aquí.

Proponemos la ventaja de la familiaridad. Desde esta óptica, continuaremos intentando realizar la visión de la Constitución apostólica Anglicanorum coetibus. Es lo que hacemos al cultivar los lazos de la unidad y al promover este precioso don como medio para construir el único Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, a través del amor.




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