Se considera como un cisma igual que el Cisma de Oriente el año 1054. No es una ruptura por motivos teológicos o litúrgicos, sino de control territorial
Se ha consumado el cisma entre los Patriarcados ortodoxos de Rusia y de Constantinopla, los dos más importantes de la Ortodoxia. El motivo ha sido reconocer, por parte del sínodo del Patriarcado de Constantinopla la autocefalía (independencia) de la Iglesia ortodoxa de Ucrania, desgajándola del Patriarcado de Moscú. Se trata de una ruptura “canónica”, es decir territorial, pero no de contenido litúrgico o teológico. La consumación de esta ruptura ha venido del Patriarcado de Moscú, que se reunió en Minks (Bielorrusia), donde tomó esta decisión.
Las claves de esta ruptura hay que encontrarla más en contenidos políticos y de disputas territoriales. Las iglesias ortodoxas, como es sabido, están muy ligadas a un pueblo y a un territorio. Son casi iglesias hegemónicas en Rusia, Grecia, Bielorrusia, Chipre, Creta, Bulgaria, y en antiguos territorios soviéticos. Este hecho hace que estas iglesias tengan una dependencia alta de los gobiernos de sus países. Es un punto que se abordó en el último sínodo panortodoxo, del año pasado 2017, pero sin hallar una solución.
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