Bellas Artes reúne en CDMX obras maestras de la pintura que emplean este color, obtenido de un animal. Los ecologistas levantan polémica sobre su uso
El Museo del Palacio de Bellas Artes de Ciudad de México presenta estos días una magnífica exposición en torno a un tema muy especial: el llamado «rojo mexicano», el tono rojo intenso que empleaban los pueblos indígenas y que los conquistadores llevaron a Europa para desde allí difundirlo por todo el orbe conocido hasta tierras de Japón.
El «rojo mexicano» está presente en grandes obras de la Historia del Arte de finales del siglo XVI y puede verse ahora en la muestra en lienzos de primera magnitud, desde «El dormitorio de Arlés» (1888) de Van Gogh hasta obras de El Greco, el «Cristo depositado en la tumba» (1550) de Tintoretto o Gauguin. Según se mezcló con ácidos o con productos alcalinos, dio tonos rojizos, anaranjados o incluso morados.
Son un total de 49 piezas, 21 de ellas llegadas de museos internacionales como el Museo d’Orsay de París, la National Gallery de Escocia, el Metropolitan Museum de Nueva York, el Museo del Prado (España) o el Rijkmuseum de Amsterdam.
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