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5 películas que hay que ver sobre la belleza del sacrificio

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Martin Sheen in The Way, 2010. Archives du 7eme Art | Photo12 | AFP

Paul Asay - publicado el 21/04/17

Realmente inspiran y nos recuerdan el sentido de la vida y del amor

Las películas a veces pueden, a su manera, inspirarnos a ser mejores personas. Gracias a la extraña alquimia del cine, podemos ponernos en la piel de un personaje (brevemente y con seguridad) y experimentar con él su ejercicio de sacrificio y abnegación. Podemos verle sacrificarse, sufrir por algo más grande que él mismo y lograr un entendimiento mejor de lo que de verdad importa.

Estas cinco películas son modelos cinematográficos de contemplación y abnegación, y quizás a través de estas películas podamos conseguir a una mejor comprensión de quiénes somos y a qué aspiramos.

Cuando todo está perdido (2013)

Si te gusta Robert Redford, no puedes perderte esta película. De hecho, es el único personaje que vemos en este clásico infravalorado. Tras descubrir que su velero se está hundiendo en medio del agitado océano, Redford, Nuestro Hombre (porque así es como aparece en los títulos de crédito, “Our Man”) se pasa la mayor parte de la película intentando mantener a flote su barco y llegar a tierra.

A primera vista, Cuando todo está perdido es una simple historia de supervivencia (y una advertencia: de las pocas palabras que se escuchan, una es una vulgaridad notable). Pero si escarbamos un poco más hondo, vemos a un hombre decidido a sobrevivir únicamente con sus propios medios, su propia fuerza, su propia habilidad. Con cada día que pasa a merced de las aguas, va perdiendo las herramientas, los medios que le ayudan, hasta que no le queda nada. A su modo, Nuestro Hombre llega al punto de tener que confiar en la providencia para encontrar la salvación.

Gravity (2012)

Esta película ganadora de siete premios Óscar basa su trama en un sencillo problema: la doctora Ryan Stone (Sandra Bullock) queda a la deriva en el espacio, el entorno más inhóspito de todos. Sabe que va a morir y que nadie puede hacer nada para ayudarla. “Nadie va a rezar por mi alma”, dice. “No he rezado en mi vida… Nadie me ha enseñado a hacerlo”. Y como sigue doliendo la muerte de su hija, siente la tentación de rendirse y perderse en el olvido del espacio, de renunciar a su vida atormentada y abandonarse al frío y vacío universo.

Pero, sin comida ni agua ni calor ni suelo ni apenas aire, Ryan experimenta un pequeño milagro. Y a través de ese milagro, encuentra la voluntad para vivir. Y aunque su hija ya no está con ella, siente que la pequeña sigue acompañándola de alguna forma, que la muerte no es el final. En cierto modo, la proeza de Ryan —predicada tanto en el espacio como en el espíritu— refleja en última instancia la esperanza de la Pascua.

El gran silencio (2005)

¿Cómo son años y años de oración y sacrificio? Este documental de casi tres horas podría ser lo más cerca de eso que estaremos la mayoría de nosotros. Dirigido por Philip Gröning, El gran silencio nos lleva a la Gran Cartuja, el monasterio cartujo de referencia en los Alpes franceses, para documentar la vida austera y diligente de los monjes.

Al igual que los monjes mismos, la película rehúye de la ostentación. No hay voz superpuesta que nos narre ni leyendas que expliquen lo que vemos. Cada momento está grabado con luz natural. Simplemente nos acompañan dentro del mundo oscuro y extrañamente hermoso que habitan los monjes —una vida impregnada de espíritu y deber— y el resultado se parece menos a un documental y más a una poderosa contemplación del significado de la fe.

La trilogía de El señor de los anillos (2001-03)

Vale, estoy haciendo trampas aquí porque pongo tres películas en un apartado de una. Pero es que toda la saga ha de entenderse como una única gran historia, y menuda historia.

Para nuestro propósito, nos centraremos en el hobbit Frodo, portador del Anillo Único, el Anillo que puede destruir el mundo si Frodo no consigue destruir el anillo antes. Se convierte en un personaje con muchas semejanzas con Cristo, en su larga travesía a través de la Tierra Media.

Como Jesús en el desierto, Frodo sufre las dolorosas tentaciones del Anillo maligno, que le promete poder inimaginable si simplemente se lo desliza en el dedo. Y al igual que Jesús en su agónico camino al Gólgota, Frodo es torturado en su camino al Monte del Destino: el anillo se vuelve más pesado con cada paso que avanza (donde podríamos ver una semejanza con el peso de los pecados del mundo y la cruz que cargaba Cristo) y, llegado el momento, Frodo, como Jesús, necesita ayuda para terminar el viaje.

Sin duda Frodo no es un modelo de Cristo ideal: el hobbit se descarría al final y necesita un improbable ayudante para completar su misión. Sin embargo, gran parte del camino parece hacerse eco explícitamente de la temática de la Cuaresma, un tiempo de prueba antes de la victoria final y gloriosa de la Pascua.

The Way (2010)

El Camino, otro viaje, pero esta vez muy enraizado en nuestro mundo. En esta historia, Tom Avery (interpretado por Martin Sheen) hace una especie de peregrinaje en el sagrado Camino de Santiago, como forma de honrar a su hijo, que quería hacer el Camino pero falleció antes de poder completarlo.

Tom, cargando con las cenizas de su hijo, se encuentra con toda clase de personajes en su trayecto, cada uno con sus propios motivos para realizar el camino. Hay uno que quiere dejar de fumar, otro que quiere perder unos cuantos kilos, otro más quiere romper con su bloqueo de escritor. Todos reflejan, en cierto sentido, la frecuencia con la que recurrimos al sacrificio como una excusa para mejorarnos a nosotros mismos, en vez de para crecer espiritualmente.

Pero este surtido conjunto de peregrinos continúa la caminata y cada uno llega a un entendimiento más profundo de quién es y de qué es de verdad importante. Para el momento en que llegan a la catedral de Santiago de Compostela, en Galicia, Tom encuentra un sentimiento de paz espiritual.

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