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Dios es la tercera persona en nuestro matrimonio

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Shutterstock / Zhuk Roman

Portaluz - publicado el 11/09/16

Grant Dodds, Bautizado en la Iglesia Anglicana, descubre su gran tesoro

Tener ambas abuelas con vida hasta los veintidós años y haber disfrutado el amor de sus padres marcaron la infancia del australiano Grant Dodds, quien a los tres meses de haber nacido fue bautizado en la Iglesia Anglicana. Esta decisión estuvo influenciada por la abuela paterna, quien se encargaba de llevarlo cada domingo a la Iglesia.

Su abuela materna en cambio -cuenta Grant en testimonio publicado por el portal de la Iglesia Católica en Australia- era más liberal. Pero aunque no tenía vínculos con religión alguna, siempre le recordaba que debía orar cada noche antes de dormir.

Aquél sentido trascendente que las abuelas imprimieron en su alma, Grant comenzó a plasmarlo luego en la letra de canciones que componía desde sus primeros años de juventud. Soñaba con ser parte de alguna banda.

El momento “freak” sería crucial

Recuerda que un día estando en su trabajo, ordenando los estantes en “Woolies” (forma coloquial de llamar a los supermercados Woolworths en Australia) se puso a cantar… “Y de pronto escuché una voz con acento filipino diciéndome: «¡Hombre, tienes buena voz! Necesitamos un cantante en mi banda»” Así comenzaba a ser una realidad lo que anhelaba. Pero tras algún tiempo yendo de bar en bar tocando y cantando sus canciones, Grant maduró y comprendió que no estaba en esto el sentido de su vida. “Yo estaba muy desanimado por la experiencia y cuando la banda se disolvió no volví a tocar ni escribir una canción durante más de dos años”.

Cercano a los veinticinco años, sin tener mucha claridad del qué hacer con su vida, una chica con quien estaba saliendo,” aunque no parecía muy religiosa”, lo sorprendió al invitarle a un retiro de fin de semana con un desconocido grupo religioso llamado “Antioch Church”.  Cantos, ritos y todo lo que allí vivió fue para Grant “freak”…raro, desagradable e inquietante. Por consecuencia la relación con aquella chica no duró mucho.

Con Sarah conoció la paz

Llevaba ya demasiado tiempo sin rumbo y finalmente decidió poner orden en su vida. Ingresó en la Universidad para ser maestro de escuela.  A los pocos días conoció a Sarah. La sonrisa de la joven se le clavó en el alma. “Había tenido novias, pero con Sarah sentí una certeza tal, que me daba paz interior. Podía dejar de buscar, sabía que había encontrado a la única”.

Unos días después de conocerse Grant supo que Sarah era católica “y había hecho algo que se llama el programa de RCIA, pero no me presionó para que yo lo realizara”. Verla vivir su fe fue poco a poco provocando que Grant se hiciera preguntas. Sí, él desde hacía mucho estaba haciendo su vida sin Dios.

Sarah, como Grant, gustaba de la música, cantaba en las misas y aunque había logrado que le acompañase, él agradecía que no lo presionara a más… Sin embargo no pudo desconocer por mucho tiempo que había un bien superior latiendo en lo que ella vivía. “Pronto empecé a cantar en la iglesia, luego a tocar también el bajo y así me vi usando los dones musicales que Dios me había dado, para glorificar a Dios. Era estar con Sarah lo que me había llevado a esto. Había sido testigo de algo en ella que me llevó a estar más cerca de Dios. Luego me uní a una banda de rock católica, de cuyos diez músicos yo era el único no-católica”.

Dios y el milagro de concebir

La conversión a la fe católica vino como consecuencia lógica de este proceso. El año 2001 Grant fue catequizado mediante el programa RCIA y en la Pascua del año 2002 recibió la Primera Comunión. Sarah estaba junto a él.

Ya ha transcurrido más de una década desde que se casaron, con una crisis incluso el año 2009; que superaron con oración, diálogo sincero y recordándose mutuamente sus votos matrimoniales…

“Yo sé que Dios nos escogió a Sarah y a mí, ser uno para el otro y decidimos desde el principio honrar los votos que dicen: «En la salud y en la enfermedad, en los buenos y en los malos tiempos»… Por lo tanto, Sarah y yo tenemos que orar juntos, escuchando lo que Dios nos está diciendo. Yo sé que sin ese compromiso con la oración, nunca podríamos haber soportado el anhelo doloroso por tener un hijo. Desde hace algunos años hemos tenido mucha gente intercediendo en oración, para que nosotros pudiéramos concebir. Finalmente, después de tener nuestra fe firme y verdaderamente probada, hemos sido testigos de un milagro en nuestras vidas al nacer nuestro hijo… Dios es la tercera persona en nuestro matrimonio (aunque ahora somos cuatro); y juntos todos, somos uno en mente, cuerpo y espíritu. Para Dios nada es imposible”.

Artículo originalmente publicado por Portaluz

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